Malas noticias.

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-¡Hola!- Grité interrumpiendo en la sala donde estaban reunidos los amigos de mi hermano menor, haciendo un círculo, todos muy juntos y hablando en voz baja. Sus rostros se volvieron caras de terror justo como la de los actores de las películas de miedo. -¿Cómo están pubertos?- Dije con una gran sonrisa. Hoy estaba más feliz que nunca, tanto que no podía ocultarlo. En realidad no era extraño verme así, yo siempre ¡Siempre! Estaba feliz.

Todos se quedaron mirándome sin decir nada. -¿Qué pasa? ¿El enemigo de Ironman les cortó la lengua para que no puedan contar su plan malvado?- Pregunté, pero en ese mismo instante mire hacia el espacio que quedaba en el medio de la especie de círculo que formaban y me di cuenta de lo que pasaba. Solo sonreí porque no quería causar un momento aún más incómodo para los pobres chicos.

-¿Qué haces aquí Lexi?- Preguntó Eizel mientras bajaba las escaleras y tratando de esconder mas revistas de Playboy que ni idea de donde las sacó- ¿No tenias clases de piano toda la tarde?

-Salí más temprano, la maestra tenía que ir al hospital, pero no te preocupes tonto, ya me voy.- Dije dándole un beso en el cachete, fingiendo que no me había dado cuenta de nada. Una sonrisa quería salir de mis adentros, pero la retuve y salí de la casa para que pudieran seguir deleitándose con sus mujeres desnudas.

...

Cuando llegué al parque me sentí tan fresca. Un día tan soleado como este solo podía ser tan perfecto cuando era en Charlotte, mi hogar, mi amado hogar. Quince minutos más tarde, llego Tara y la note algo triste, me extrañó la manera en que me miraba y ni si quiera sonreía cuando le hacia un chiste. Esa no era la Tara Queen que conozco, esa no era mi mejor amiga.

-¡Ya no aguanto más!, pensé que te ibas a dar cuenta de que no estaba bien, pero ya veo que ni tú que eres mi supuestamente mejor amiga te das cuenta de que estoy perdida, de que no se qué hacer ¡Mierda, no sé qué hacer!- Dijo tara explotando al fin, soltando sollozos y miles de lagrimas recorriendo su perfecta mejilla. No sabía que le estaba pasando, si le decía que si estaba preocupada desde que llegué, un momento, ¿Acaso tara acaba de decir mierda? ¡Oh por Dios! Era algo extremadamente grave.

-¿Por qué no nos vamos a un lugar más privado?- Dije mirándola a los ojos. Me miro con rabia, seguro estaba pensando que si no tenía algo más alentador para decirle.- Es que la gente nos mira como si fuéramos lesbianas y yo acabara de cortarte o algo así.

-Está bien.- Dijo mirando a las personas que estaban alrededor.

-¿Donde quieres ir?- Pregunté con mi mejor cara de preocupación, y es que en verdad estaba preocupada, pero no soy muy buena consolando la gente; aunque últimamente me estaba volviendo muy buena con esto con el asunto de mis padres divorciados y todo el efecto que esto había causado en mi mama y mi hermano.

-Llévame donde sea, ¡Donde sea! Menos a mi casa. No quiero que mama se preocupe.

...

Una vez que cerré la puerta de mi habitación, no dude ni un segundo para preguntarle que pasaba.

-Me voy a estudiar a Stanford. ¡A Stanford! Me voy lejos de ti, lejos de Rupert, lejos de mama, lejos de casa ¡Me voy lejos!- Gritó, lloró, hizo de todo menos reírse.

Me sentí devastada con la noticia. Era mi mejor amiga, la única que me entendía la única con la que podía durar más de dos horas sin terminar peleando. Unos meses atrás, habíamos decidido mandar una solicitud a Stanford, pero no me aceptaron, así que no quise irme lejos a ninguna otra universidad que no fuera Stanford. Ya me habían aceptado en Queens University of Charlotte y solo estábamos esperando si en Stanford la aceptaban, lo cual dudábamos porque nuestro índice educativo era exactamente igual. No entendía por qué a ella la aceptaron y a mí no, pero ese no era momento para pensar en eso.

Quería decirle algo, pero las palabras no salían de mi boca. Lo único que hice fue llorar y llorar con ellas hasta quedarnos dormidas.

-¡Tara! ¡Tara! ¡Levántate! Es casi la hora del recital, no podemos faltar, demonios es nuestro primer recital ¡Mueve tu trasero!- Grité como una loca y me enfurecí al ver que Tara aun no se levantaba. La arrastre por los pies y la saque de la cama, ni idea de donde saque tanta fuerza, solo se que media hora antes del recital ya estábamos listas para irnos y dar nuestro primer recital de piano. Era en pareja y nos tocaba juntas, pero tal vez fuera el último.

No podía creer que ya no me haría mas selfies con la rubia más hermosa que he visto en mi vida. Ojos azules, labios rosados, nariz perfilada, pelo largo rubio y era de la altura y el peso correcto como para ser la nueva America's Next Top Model.

-Chicas, ¿Están listas para irnos?- Dijo mi mama con la misma expresión de emoción en la cara que tenía el día que se entero que estaba embarazada de Eizen.

-¡Sí!- Gritamos ambas al mismo tiempo y corrimos abrazadas hacia el auto de mama.

¿Por qué a mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora