Mi vida estaba hecha un caos, al menos así la podía sentir en cada hueso de mi ser. El cabello corto, como buena básica cerrando ciclos, las ojeras profundas y muy marcadas, sin importar lo mucho o poco que durmiera; los labios escasos de color a causa de mi inconstante alimentación, la piel pálida resaltando el malestar. Mi forma de vestir había dejado de ayudar, me sentía tan enferma, tan cansada, y mis ataques de ansiedad solo iban en aumento. Me encontraba presa de mi conciencia, hundiéndome en un pozo sin salida. Mi cuerpo estaba, pero yo ya no. Simplemente no me encontraba, odiaba sentirme tan vacía y sin vida, el brillo de mis ojos había desaparecido. Aquella chica confiada y alegre que solía ser se había ido. Y para ser franca, no recuerdo con claridad cómo fue que sucedió. Quizá fue tras la muerte de mis padres, simplemente nadie lo entendía.
Me encontraba tan inmersa en mis pensamientos que ni siquiera sentí en que momento mis manos había comenzado a temblar, yo a sudar, y mi pulso a aumentar. De pronto sentí algo escurrir por mi barbilla; y entonces el sabor a sangre comenzó a inundar mi boca. Morder mi labio suele ayudar a contenerme.
Reaccione y me di cuenta que aún seguía en la biblioteca escolar, y solo me estaba evidenciando. Necesitaba salir de ese lugar lo antes posible. Me paré de mi asiento dispuesta a correr, mi ataque solo iba en aumento. Necesitaba llegar al parque a mi lugar seguro.
Solo no contaba con ese chico, me paré tan de prisa que al girar no noté que un pelinegro alto venía en mi dirección, así que choque con el tirando todos sus libros al suelo. Intenté articular palabra alguna, pero simplemente no podía. Sus ojos coincidieron con los míos.-¿Estas bien?
Su mirada se desvió hacia una de las hojas del suelo, esa situación solo aumentaba mi tensión y por ende la presión que ejercía en mi labio... una gota de sangre se había estampado contra el blanco color del papel.
-¿Dios, que te pasó en el labio?¿puedo ayudarte en algo?- sus ojos denotaron una preocupación real, no entendía porque se preocupaba por una desconocida.
No soportaba más el seguir ahí, y salí corriendo. Ni sentí que el me había seguido, yo llegué al parque y me hundí entre los arbustos, llegando a mi banca. Me senté y comencé a respirar hondo, a pensar en Tom Holland... ya estaba más tranquila. Con la manga de mi chaqueta limpie la sangre de mi labio. Y fue en ese momento cuando noté su presencia.
-Oh... ehm... S-soy... Dallas...L-lamentó haberte seguido, e-es que te v-veías mal.
-¿Acaso Bill Dembrough te enseño a hablar?- dije yo intentando despejar la tensión.
-¿Eh?... ¡oh! Aguarda, ya entendí. Yo entendí esa referencia.
Una leve risita salió de mis labios ante su comentario, el se acercó a donde estaba sentada.
-¿te molesta si me siento?- pregunto él.
Yo solo negué con la cabeza indicándole que lo hiciera, y entonces pude apreciar un poco mejor sus facciones, como ya había dicho era pelinegro y alto, unas lindas pecas adornaban sus mejillas, hacían juego con sus ojos azules. Era lindo, y asemejaba a un vampiro con la palidez de su piel.
-¿entonces estás bien?- volvió a preguntar.
Yo solo asentí con la cabeza, sintiendo como una leve tensión se formaba en el aire.
-¿puedo preguntar qué te pasó en el labio?- dijo casi murmurando.
Me cuestione unos segundos si le sería sincera a este extraño... y decidí que lo sería. Necesitaba dejar de pretender un rato, y estaba en mi lugar seguro.
- Ansiedad- respondí con cierta indiferencia en la palabra.
El se quedó callado unos segundos, dudando si hablar a continuación.
-La realidad es que no se que decirte, y no se a que viene mi necesidad de contarte esto, pero lo haré. Yo igual sufro de ansiedad, la controlo un poco más. Y aunque en mi vida te había visto y no se nada de ti, si algún día te da un ataque y no tienes a quien acudir, no dudes en buscarme a mi. Bien entiendo la situación y juntos quizá encontremos la calma.
Y las palabras de ese extraño cuyo nombre a penas conocía me brindaron abrigo y calma, me sentí entendida. Creo que había encontrado un amigo. Esperaba que fuera así.
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Who knows?
Short StoryUn pedazo de mi alma, un desahogo de todo, quizá algunas fantasías e hipocresías. Léeme y húndete conmigo. Prometo no solo hacerte querer llorar. -Beth