6

1.4K 148 23
                                    

_____'s POV

- Llegas tarde - escucho nada más atravesar la puerta de mi nueva casa.

- Y tú pronto - contesto dejando las llaves sobre la mesa.

- Hoy ha sido una simple presentación - se explica.

Yo sigo el sonido de su voz hasta la cocina, donde me lo encuentro con el delantal puesto y una sartén en la mano. En la radio suena Beautiful de Bazzi en colaboración con Camila Cabello. Sonrío. Nadie podría imaginar por la música que escucha que fue el batería de una conocida banda de rock japonés.

- ¿Entonces te ha ido bien? - Le pregunto dejando la mochila junto a la isla y sentándome en el primer taburete que pillo.

- Sí, la verdad es que sí - reconoce volviendo a su tarea-. Mis compañeros parecen majos, mi jefe comprensivo y tengo una oficina grande y luminosa. No puedo quejarme - asegura con una sonrisa-. ¿Y a ti? ¿Qué tal tu primer día?

- Pues más o menos igual - contesto cogiendo una manzana del frutero y jugueteando con ella-. Mis compañeros parecen buena gente y ya he empezado a integrarme.

- Oh, eso es estupendo - dice Kisame sonriente-. ¿Entonces ya has hecho amigas?

- Es un poco pronto para llamarlas amigas, pero sí. Ya estoy en un grupo.

- Genial - dice él sazonando el pescado que está preparando-. Pero eso no explica porqué has llegado tan tarde. Pensaba pasar la tarde contigo paseando por la ciudad.

- Lo siento por eso - me disculpo sinceramente. A mi padre le cuesta sacar tiempo para pasar conmigo. Así que la posibilidad de estar una tarde con él no se presenta todos los días.

- No te preocupes, ya eres mayorcita. Además, tampoco sabías que estaba en casa - explica calmado. Si algo me ha gustado siempre de este hombre, es lo comprensivo que es-. Así que, ¿me cuentas qué te ha mantenido tan ocupada? ¿Una salida con tus nuevas compañeras? ¿Una fiesta de bienvenida?

- Nada de eso - contesto rodando la manzana por la encimera-. ¿Recuerdas a Naruto?

- ¿Aquel niño tan revoltoso que te seguía a todas partes?

- No era tanto así, pero sí.

- Sí, lo recuerdo. ¿Qué pasa con él?

- Está en mi instituto y me ha arrastrado a su club.

- Vaya. ¿Y te han dejado entrar?

- No estaba el profesor a cargo - explico, acercándome la fruta a la boca.

- ______, si comes ahora no te acabarás la cena - me advierte, sin siquiera mirarme. Yo simplemente miro la manzana y la dejo de nuevo en el bol-. De todas formas, pensé que no ibas a entrar en ningún club.

- Y no voy a hacerlo - digo tajante-. Me he quedado sólo porque a Naruto le hacía ilusión. Ya sabes lo que opino sobre ese mundillo.

- Sí, lo sé - susurra suavemente, comprendiendo al instante a lo que me refiero-. Venga, pon la mesa. Que esto ya está.

Yo simplemente me levanto y camino hasta el cajón en el que están guardados los manteles. Tengo que pensar en cómo decirle a mi amigo de la infancia que no voy a unirme al club de música. No quiero herirle, pero tengo claro que no pienso inscribirme. Así que mañana sin falta, le diré claramente que me niego. 

Mi voz interna sigue en su monólogo un rato más, planeando cómo decírselo a Naruto, pero mi padre me da un suave golpe con la cadera, sacándome de mi ensimismamiento. Yo le devuelvo el gesto. A este hombre no se le escapa nada.

El timbre suena y esta vez recojo tan deprisa que hasta Sakura se sorprende

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El timbre suena y esta vez recojo tan deprisa que hasta Sakura se sorprende. Debo salir de aquí antes de que Naruto aparezca. Si me atrapa nada de lo que he hecho habrá merecido la pena. Y aunque no puedo evitar sentirme mal por huir, ya hablaré con él más adelante. Ahora mismo me resulta imposible siquiera planteármelo.

Cojo el bolso y me dirijo a la puerta, la atravieso y camino a paso rápido hasta las escaleras. Por alguna razón estúpida estoy nerviosa, así que aprieto las manos al rededor de la correa de la bolsa. Hace calor, tanto que me sudan las manos. Escucho las voces a mi al rededor. Alumnos de tercero, segundo y primero se arremolinan en el patio con la intención de volver a sus casas. No hay tantos comparado con los que encuentro por las mañanas, pero sí los suficientes para escucharlos desde la segunda planta.

Ya me encuentro bajando los primeros escalones cuando una voz conocida resuena entre las paredes del amplio hueco de bajada. Automáticamente me pongo rígida y doy media vuelta, dispuesta a correr si es necesario. Pero de nada sirve, porque su mano no tarda mucho en posarse sobre mi hombro.

- ¡Hoshigaki-chan! A ti venía a buscarte - exclama alegre el chico.

- Inuzuka, ¿qué ocurre? ¿Querías algo? - Pregunto haciéndome la tonta.

- Naruto me ha mandado a buscarte para ir al club. Pero ya veo que ibas de camino - dice refiriéndose a la dirección en la que están mis pies. Yo sonrío pensando en mis verdaderas intenciones, pero no digo nada.

Con resignación acompaño al chico escaleras arriba. Este está contento, comentándome cosas a las que no les presto atención. No tardamos mucho en llegar a la sala del club y, ya desde fuera, escucho las voces alegres de los demás. Vuelvo a plantearme huir, pero antes de que me diese cuenta, Kiba ya había abierto la puerta. El chico pasa, saludando efusivamente y dejándome sola en la entrada. Mis ojos quedan fijos en el corro de alumnos del fondo del aula. Entre ellos destaca Naruto, con su desordenada cabellera rubia y esas extrañas marcas de nacimiento.  Sonríe, como siempre, feliz por a saber qué. 

A mi mente llegan los recuerdos escondidos bajo de la alfombra. De cuando ambos reíamos como idiotas sin preocupaciones en el orfanato. Sonrío levemente, observando las vueltas que da la vida. ¿Quién iba a decirme que Naruto, ignorado y repudiado por todos durante su infancia, en el futuro iba a ser alguien tan popular? Ciertamente siento un gran alivio, pero sé que la media sonrisa que me ha salido no es más que una mueca amarga. 

Suspiro y lo saludo con la mano en cuanto sus penetrantes ojos azules se incrustan en los míos. No me hizo falta hacerle ninguna seña, él me conoce lo suficiente como para saber que tengo algo que decirle. El rubio se despide cordialmente, seguramente diciendo que no tardará en volver y sale del aula a paso tranquilo. Me guía sin mediar palabra hasta la azotea, donde se sienta y espera en silencio. Allí simplemente escucha, sin juzgar, sin presionarme. Como siempre había hecho.

Reborn (Naruto, Sasuke y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora