Capítulo 20

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Germán recorrió el cementerio con pasos lentos sin ninguna prisa en llegar a su destino. En las últimas semanas había estado tan feliz que flotaba y había retrasado la visita más tiempo del que debía y estaba molesto por eso.

Era un hombre afortunado, más de lo que nunca había podido imaginar. Se había enamorado y era un amor correspondido y encima el sexo era extraordinario. Solo saber que Cris ahora mismo estaba en la cama durmiendo profundamente y saciado después de haber tenido sexo desenfrenado le daban ganas de volver a su lado y repetir, pero el hombre había tenido el turno de noche en el hospital y tenía que estar cansado. Su hermosa piel morena, sus músculos maravillosamente marcados y ese olor exclusivamente suyo... lo único que quería era volver con él, hacerle el amor de nuevo y marcarlo y esa era una pelea constante contra si mismo.

Simón seguía siendo una parte importante de su pasado, pero nada que ver con lo que había sido hasta hace poco. Desafortunadamente la semilla de la duda siempre estaba en el fondo de su mente.

"¿Todavía pensará en él cuando me hace el amor?"

Y en ese momento era como si Cris pudiera leerle la mente y le decía "Márcame".

Los primeros días el hombre parecía un morado andante pero poco a poco se había empezado a controlar, aunque solo fuera por pura fuerza de voluntad y no era justo para Cris. A veces a Germán le daba la sensación de que le estaba obligando a tener cuidado con lo que decía o como se comportaba y no quería eso porque se daba cuenta de que no era que Simón se interpusiera entre ellos, sino que él mismo era el que estaba siempre a la defensiva, buscando algo para poder decir "Lo amas más que a mi"

A la larga eso les destruiría y por eso ahora estaba en el cementerio. Tenía que hablar con su amigo y dejar las cosas claras. Cris ahora era suyo y no iba a dejar que nadie se interpusiera en su camino. Ni si quiera él propio Germán.

Nunca pensó que pudiera amar tanto a un hombre, pero ni en sus sueños más raros, hubiera imaginado que disfrutaría de tener una polla en su culo, y lo hacía y mucho. De hecho, después de haber probado ambas posiciones, si era sincero consigo mismo prefería estar abajo, aunque nunca lo admitiría ni si quiera a Cris, aunque pensaba que él estaba empezando a sospechar algo porque le decía que cuando se la metía hacía unos gemidos que no los hacía en ningún otro momento.

María también se lo había tomado bien y sus antiguos compañeros de equipo lo habían apoyado, aunque todavía no se lo habían dicho a los padres de Cris, ese era un puente que ninguno de los dos estaba impaciente por cruzar.

Ahora mismo todo era perfecto en su vida.

Aunque su fortuna era a costa de la desgracia de su amigo y esto hacía que su felicidad no fuera completa.

Germán se paró frente a la tumba de Simón y retiró las flores anteriores, cambió el agua y puso unas flores frescas. Luego esperó a que le llegaran a la mente las palabras correctas.

-No sé como empezar. Quizá disculpándome por no venir a verte... No. Eso no era lo que quería decir. Mierda esto es difícil y seguramente a ti te daría igual que viniera a verte o no porque ya sabes que siempre pienso en ti y venir al cementerio no cambia las cosas.

Germán tragó con fuerza porque se le estaba haciendo un nudo en la garganta.

-Estoy enamorado de Cris... No sé como pasó, tan solo... Pasó. Yo... lo siento.

-Si sigues disculpándote creo que tu amigo saldrá de la tumba a patearte el trasero.

Germán se volvió y vio a Jeremías con una piruleta en la boca.

-¿Qué haces aquí?

-Solo pasaba por aquí para despedirme de un amigo cuando te vi.

-¿Te vas a algún sitio?

-Me trasladan así que tú no eres el único que deja el equipo.

-Quizá si dejaras de comer tantos dulces el capitán cambiaria de opinión y te dejaría quedarte.

-¿Por qué piensas que no me quieren? Quizá me voy porque me merezco un ascenso.

-¿Es eso?

-No. Solo era un traslado temporal y lo sabía. La verdad me quedé más tiempo del que esperaba que fuera necesario.

-Es una pena. Eres bueno para el equipo.

-Tú también pero en tu caso yo haría lo mismo. Cris es una maravillosa persona y tu eres lo mejor que le ha podido pasar.

-Gracias.

-Te miro y no te reconozco. Nunca pensé que pudieras ir en serio con alguien, y verte tan completamente enganchado me sorprende.

Germán miró la tumba de su amigo.

-No podría ir más en serio. Lo quiero todo con Cris. La casa, el perro, los anillos... Todo.

-Creo que no encontrarás mejor persona para pensar en el futuro, pero te advierto que como no lo cuides bien volveré y me apareceré en tus pesadillas.

Germán se rio.

-¿Eso se supone que es un chiste o una amenaza? Porque en ambas cosas apestas.

-Sabes que el humor nunca ha sido mi fuerte.

Jeremías le sonrió cariñosamente.

-Si yo fuera Simón estaría feliz de que Cris y tu estuvieran juntos.

-No puedo evitar pensar que lo estoy traicionando.

-Pues creo que él intentaría que las dos personas que más ha querido nunca estén juntas y felices.

-¿Te vas a poner sentimental?

-Es por tu culpa. Solo de escuchar lo que dices me dan ganas de consolarte y darte una paliza al mismo tiempo.

Jeremías sacó un plástico de su bolsillo y envolvió con él la piruleta antes de devolverla a su bolsillo.

-Ahora tengo que irme.

Jeremías se acercó a él con los brazos extendidos para darle un abrazo y Germán le correspondió.

-Estoy muy feliz del tiempo que hemos pasado juntos. Ahora es tuyo. Amalo tanto como yo lo hice, como aun lo hago. – Dijo apretándolo más de lo estrictamente necesario.

Y el hombre entre sus brazos se desvaneció.

El Secreto de SimónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora