SHEREZADE, CUÉNTAME TU HISTORIA

46 7 1
                                    

Cuando vi a aquella shadowhunter contemplar 'la foto', quise arrancársela de sus manos semiangelicales y echarla de allí. El recuerdo de aquel día sigue atormentándome cada noche cuando cierro los ojos, y me encuentro sola en medio de aquel campo teñido de rojo por la sangre de mis padres y mi pequeño hermano...

Lloro ante sus cuerpos sin vida y mutilados, sabiendo que no volverán a mi lado. Mientras, siento tras de mí unos ojos observarme, escrutando cada uno de mis movimientos, acechándome sin pudor. Pero no me importa, me da igual morir, no le tengo miedo a la muerte, solo quiero volver a estar con mi familia. Sin embargo, no me mata, simplemente me da un zarpazo en la espalda, dejándome inconsciente...

Siempre me levanto sobresaltada y llorando, han pasado cinco años y sigue afectándome como la primera noche que pasé en el hospital. Nadie podía dar crédito a lo que me había ocurrido en la espalda, yo simplemente me mantuve en silencio. No quería hablar con nadie, solo quería que me dejasen ver a mi familia pero parecía ser imposible. Al día siguiente me desperté y no me dolía nada, ni siquiera el arañazo, era como si por arte de magia me hubiese curado, y así pareció ser. Al rato de haber desayunado, vino una enfermera, demasiado sonriente, a hacerme la cura de la herida y exactamente a segundo de quitarme la venda salió corriendo como alma que lleva el diablo en busca de un médico, ya que no daba crédito a lo que había visto, pero no se equivocaba, mi herida no solo se había curado sino que además el cicatrizado era perfecto.

El médico no pareció sorprenderse en ningún momento de mi caso. Mandó a a enfermera a la cafetería a tomarse una tila, cerró la puerta y me dijo algo que nadie hasta ahora había dicho: "Sherezade, cuéntame tu historia".

Le conté todo desde que llegamos al campo, él me entendió perfectamente pese a no haber pasado por lo mismo que yo, y no ser como yo. Era un brujo que no solo era médico, sino que también conocía a alguien que podía ayudarme con algo a lo que llamó "Argentum Conversionem" o "Conversión de Plata", era la primera transformación que todos los hombres y mujeres lobo sufrimos tras ser mordidos o arañados, como era mi caso, por otro hombre o mujer lobo.

Ayax era la persona que al parecer podía ayudarme a comprender todo lo que había pasado e iba a pasarme, me llevó a Brooklyn donde se encontraba su manada, allí todos me aceptaron y me criaron no solo como loba sino como humana. Todo parecía ir mejorando con el paso del tiempo, hasta que al cabo de un año, Ayax empezó a cambiar su comportamiento hacia mí, comenzó a ser más cariñoso y el contacto físico. Todo ello empezó a alertarme de que algo no iba bien, y no me equivocaba, ese hombre que yo empezaba a considerar como un segundo padre pretendía que con catorce años mantuviese relaciones sexuales con él y el resto de hombres de la manada para aumentar los miembros de la manada. Me negué rotundamente durante dos meses, y mientras él dejaba embarazadas a otras chicas y mujeres.

Un día harta de ver como nos trataba y asqueada de su propósito le desafíe a muerte, todavía no se de dónde cojones saqué a fuerza para hacerlo, pero lo hice y no me arrepentí en ningún momento. Ayax comenzó a reírse,y yo me sentí pequeña frente a él, pero en ningún momento le dejé ver mi debilidad, me mantuve firme incluso cuando hizo amagos de atacarme.Todos los demás simplemente se dedicaban a observar la escena, nadie se atrevía a intervenir, todavía no se si por miedo o esperanza de que alguien acabase con todo aquello.

El primero en atacar fue Ayax, no se lo pensó dos veces y fue directo a mi yugular, por suerte esquivé rápido y me libré de morir. Volvió a atacarme a lo que le correspondí con gusto a base de zarpazos y mordiscos, al igual que él. No se cuánto tiempo estuvimos peleándonos, solo se que uno de mis mordiscos acabó partiéndole el cuello y acabando con su miserable vida en el acto.

Acabé muy mal herida, algunos lobos se negaron a que yo fuese su alfa, así que recogimos nuestras cosas y nos marchamos. Todas las chicas y mujeres aceptaron mi victoria con gusto, y juraron seguirme hasta la muerte si era necesario. Así formamos nuestra manada, que aumenta con el paso del tiempo, y en la que todas somos libres. Ahora, en esta misma habitación me encuentro mirando por la ventana recordando como me he convertido en la alfa más respetada de Estados Unidos en tan solo cinco años...

Quizá no era la vida que esperaba tener, pero esta es mi historia.

Yo No Pedí ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora