12. Escucha a tu alma

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Casi al anochecer Caleb había llegado a casa, como de costumbre lo primero que hizo fue buscar a Janna. Tocó dos veces, y a la tercera una jovencita le abrió.

—¿Quién es? —preguntó la muchachita.

Él, la miró con recelo.

—Hola, soy Caleb amigo de Janna; ¿y tú eres? —Hizo una pausa para que ella le respondiera.

—Soy la nueva cuidadora de la señora Salma.

—Ah, qué bien. —Sonrió—. ¿Y Janna?

—Aún no llega, salió desde la mañana.

Aunque frunció el ceño, supuso que estaría ocupada.

—De acuerdo, te veo luego.

La joven sonrió también y cerró la puerta con cuidado.

—¿Dónde estará? —Se preguntó Caleb en voz alta mientras marcó el número de Janna. Al primer toque la emisora le mandó a la casilla de voz—. Está apagado —resopló frunciendo el ceño, seguro se le acabó la batería.

Entró a su departamento por unos instantes a dejar sus cosas y salió nuevamente, caminó hasta el balcón que compartía con sus vecinos de piso y le echó un vistazo a la calle. Recostó sus codos sobre la baranda y observó a todas las personas que pasaban por ahí, en realidad sólo esperaba verla llegar.

Un auto negro se detuvo frente a la residencia captando su atención, estaba seguro que ya lo había visto antes. En unos segundos lo reconoció al ver bajar a su propietario.

—¿Qué hace aquí? —se preguntó.

Lo supo cuando Derek abrió la puerta del copiloto y Janna bajó. Sin entender por qué ella estaría con él, frunció el ceño.

—¿No es el chico del otro día? —Nina, la vecina pesada se puso a su lado. Ni siquiera la sintió llegar—. Qué guapo es, y por lo visto tiene dinero. Yo también lo elegiría a él.

Caleb se mordió el labio para no responderle, pero ella insistió.

—Eres guapo también, pero no tienes nada para ofrecerle. Has sido su perro faldero durante mucho tiempo, deberías confesarte o apartarte.

—No sabes nada —soltó intentando controlarse—, métete en tus asuntos.

—¡Caleb! —escuchó la voz de Janna. Mientras él hablaba con Nina, ella había subido—. Hola Nina —saludó menos animosa.

—Hola Janna. Por lo visto pasaste un buen domingo —dijo Nina arreglándose el flequillo.

—Ah bueno. —Sonrió avergonzada.

Éste gesto no pasó desapercibido por Caleb. Bajando la mirada caminó hacia su departamento apurado, casi corriendo.

—Caleb... —intentó detenerlo Janna sin resultado.

***

No dejaba de sonreír ni un solo instante, a pesar de ser un tormentoso inicio de semana. Odiaba los lunes, sin embargo, las comisuras de sus labios parecían estancados en la misma posición. Ya de por sí Derek tenía la boca en forma de luna creciente dándole una expresión sonriente.

—Buen día. —Entró a su campo laboral saludando a todo el que se le cruzase.

Los trabajadores lo miraban con sorpresa, dado que era la primera vez que lo veían emanar una áurea enérgica. Desde que ascendió como vicepresidente y estuvo a cargo del departamento de gerencia, jamás lo habían visto sonreír. Siempre había sido respetuoso y condescendiente con ellos, a pesar de ser el futuro dueño de la empresa, pero nunca lo habían visto tan amigable.

Mi Nueva Primavera© [Primera historia de serie Gemelos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora