8. ¿Hermana gemela?

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Su corazón comenzó a agitarse, pensando que se podría salir de su lugar habitual. El café cayó libremente al suelo, y sus ojos parecían salir de órbita. Se puso de pie lentamente y la observó fijamente, era ella, era su primer amor. Tenía su cabello corto hasta los hombros y sonreía. Como nunca antes lo había hecho.

Era ella.

—Jimena... —murmuró incrédulo.

Su cuerpo se había quedado petrificado, congelado debido a la sorpresa; ella sonreía mientras hablaba, ella... La razón le decía que no era posible, pero sus ojos no lo engañaban. Quería aproximarse, quería envolverla en sus brazos, retenerla, y nunca dejarla ir. Peros sus pies no se movían, no obedecían sus anhelos.

La chica empezó a moverse, a alejarse...

No, no te vayas Jimena. No me dejes solo, por favor...

Sin dejar de mirarla obligó a su cuerpo a andar, pero la gente se aglomeró impidiéndole pasar, no le dejaban verla... Apartaba bruscamente a todo el que se cruzaba en el camino, la desesperación lo agitaba, lo abrumaba, y el no verla más, le angustiaba. Estaba al borde de la locura. Avanzó y avanzó, pero era realmente difícil. Esa gente no entendía que él tenía más afán que cualquiera de ellos, iba a perderla, iba a perderla otra vez. Cuando por fin se abrió pase en medio del tumulto, ella ya no estaba.

—¡Jimena! —grito alertando al resto.

La había perdido. ¡Maldición la había perdido! Afligido se asió la cabeza con las manos y miró a todos lados. Buscó entre todas las personas la delgada silueta de la chica, pero se esfumó como burbuja en el aire. Corrió por toda la instalación buscándola. Tropezó, cayó, y en las mismas se levantó ante la mirada curiosa de la gente. Su corazón se removió cuando vio una silueta parecida a la de ella; corrió apresurado hacia la chica, pero cuando la giró sus esperanzas cayeron, no se trataba de Jimena. Recorrió nuevamente la zona, con la misma desesperación. Dio unos pasos más y se detuvo espontáneamente, sintiéndose tonto. Acabado.

—¿Por qué me haces esto Jimena? —sollozó—. ¿Por qué apareces frente a mí y desapareces dejándome herido?

Ella no estaba, ella nunca volvería, y no había día en que no la extrañara. En que no pensara en ella, y sintiera su partida.

La gente pasaba y pasaba, tan ajena a su dolor. Derrotado decidió salir del lugar. Su cuerpo caminaba, pero su mente estaba perdida. No sabía por cuanto tiempo iba a estar de ese modo. Cuando subió a su auto, atrapó el móvil que venía sonando repetidas veces. Se trataba de Emilia.

—¿Bueno? —contestó por inercia.

—¿Derek donde te has metido? Los inversionistas europeos te han esperado por una hora. ¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?

—Lo siento Emilia.

—¿Dónde estás? No suenas bien.

—Estoy de ida a la empresa.

—De acuerdo, te espero.

Derek cortó la llamada y se restregó el rostro. Al guardar el móvil en la guantera, se topó con una vieja foto de Jimena. Le sonrió con ternura a su imagen.

—¿Me dejaste verte después de tanto tiempo? —le preguntó a la inerte fotografía, o quizás a su recuerdo.

Allí ella sonreía, así que él correspondió a la sonrisa también y la volvió a guardar. No sabía que había ocurrido. Probablemente la confundió. Quería volverla a ver de cualquier modo.

Con los sentimientos preponderantes, puso su auto en marcha, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba entrando a su oficina. Emilia lo esperaba con una taza de café, que lo necesitaba urgente.

Mi Nueva Primavera© [Primera historia de serie Gemelos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora