Era un día corriente para el guardián de la Esmeralda Maestra, o al menos, eso parecía en un principio.
Como siempre, el equidna se encontraba cuidando de la más poderosa de las gemas y el legado de sus ancestros. Era un trabajo aburrido y solitario, y aunque Knuckles nunca lo admitiría, empezaba a sentirse algo... solo.
Claro que así había estado toda su vida; estaba acostumbrado a ello. Pero había momentos en los que desearía algo de emoción, o simplemente alguien con quien pasar el rato. Sólo al pensar en eso, en la mente del equidna aparecía automáticamente la imagen de cierta murciélago albina que hacía días que, extrañamente, no había visto de vuelta en Angel Island en busca de la gran esmeralda que él tenía el deber de cuidar: Rouge.
Inmediatamente, intentó borrar ese pensamiento de su mente. Desde la última vez que la vió hace un par de semanas, había estado en su cabeza más de lo que a él le habría gustado admitir.
"¡¿Pero qué me pasa?!" el guardián se regañó a sí mismo mentalmente. "Es mi enemiga, una sucia ladrona cuyo único objetivo es robar la Master Emerald y molestarme, ¡debería estar feliz de que no apareciese!" En realidad, estaba preocupado. Nunca había pasado tanto tiempo sin verla por allí, y la verdad es que una parte de él siempre se alegraba al estar con ella.
Claro que su naturaleza coqueta, juguetona y sarcástica le sacaba mucho de sus casillas, pero con el tiempo, había empezado a apreciar más y más su compañía, puede que le hiciese enfadar, pero también era capaz de traerle más de una sonrisa (interna, claro) y lidiar con ella era de las pocas cosas que le traían entretenimiento a su vida, el tiempo siempre parecía irse volando cada vez que lo visitaba. Normalmente empezarían peleando, ya que ella buscaría llevarse la Master Emerald, pero al poco tiempo Rouge parecería darse por vencida y simplemente se quedaría un rato más a charlar y a flirtear con el equidna. Además, era innegable que esta chica era más que placentera a la vista...
"Estúpido, ¡deja de pensar en esas cosas!..." Knuckles suspiró mientras se automaldecía por seguir malgastando sus pensamientos en la murciélago, pero justo cuando había conseguido sacarla de su mente, escuchó una voz femenina muy familiar que, en el fondo, se alegró de volver a oír.
— Oh, Knuckie~ — La ladrona hizo su presencia, saludando a su "rival" con su habitual tono seductor mientras aterrizaba cerca de este.
— Vaya, parece que después de tanto tiempo has decidido volver. — El equidna trató de sonar desinteresado, pero no pudo evitar que se formase una pequeña sonrisa en su rostro.
— Awww, ¿tanto me extrañaste?
— ¡¿Q-qué?! Claro que no, lo decía porque ya me estaba haciendo ilusiones de que dejarías de venir a molestar... — La murciélago sonrió pícaramente al ver lo rápido que había conseguido hacerle sonrojar esta vez, le encanta ponerle nervioso y sabía que se le daba fatal mentir.
— Bueno, ya que estás tan desesperado, te diré que he estado ausente ya que en GUN nos han atosigado con prácticas y misiones últimamente. Pero ahora que las cosas están más calmadas, ¡soy toda tuya! — Le guiñó un ojo coquetamente mientras disfrutaba de ver como el rojizo se ruborizaba aún más.
— Lo que tú digas... — replicó el equidna mientras intentaba evitar todo contacto visual con la mayor.
— Imagino que habrás venido a por la esmeralda, pero ya puedes ir olvidándote.— En realidad, hoy no... Pero sí he venido a por algo más que hay en esta isla y que llevo deseando desde hace un tiempo... — La murciélago cambió su sonrisa coqueta por una expresión seria mientras se acercaba más al guardián lentamente.
— ¡¿El qué?! No hay nada más aquí de valor que puedas llevarte, y aunque lo hubiese, ¡no te dejaría robarlo! — Knuckles realmente estaba confundido, ¿a por qué había venido si no era la Master Emerald...?
La espía sonrió ante la ingenuidad del chico y se inclinó levemente hasta llegar a su oído. Notó como este se tensó ante la cercanía antes de susurrar: — Tú. — Al apartarse observó que su rostro había adquirido un color aún más rojo que su pelaje, lo cual sólo le daba aún más ganas de hacerlo suyo.
— ¿C-cómo...? — Rouge posó sus manos en el pecho del equidna.
— Después de todos estos días sin verte, no sabes lo mucho que me apetece besarte ahora mismo~ — Volvió a susurrar de manera dulce y coqueta a la vez.El guardián sentía como el sudor empezaba a hacer presencia en su cara y cómo su temperatura corporal iba aumentando a cada palabra que su "rival" le decía. Joder, ¿por qué esta chica tenía este efecto tan grande en él? Siempre había sido bastante tímido en el tema mujeres, era uno de los efectos que tenía el haber estado aislado en una isla sin ningún tipo de compañía durante toda su vida, pero con ella iba mucho más allá, sentía que su simple presencia le volvía loco. Era como si su cerebro y su corazón estuviesen debatiendo entre si debería usar la lógica y alejarse de inmediato; al fin y al cabo, ella era su enemiga, y sabía que no era ninguna santa, o si por el contrario debería simplemente dejarse llevar y besarla.
Como acto de locura y valentía, optó por la segunda opción. Y la besó.Los labios de la espía eran mucho mejores de lo que podría haber imaginado nunca, e hizo lo que pudo para moverlos a la par que los de ella. Pero era su primer beso, y su falta de experiencia se hacía notar para Rouge, era obvio que no sabía realmente lo que debía de hacer y sus labios se movían con cierta torpeza, pero ella agradecía el esfuerzo del rojizo, e intentó guiarle en ello.
Justo cuando Knuckles ya se estaba haciendo al ritmo y sincronización del beso, la murciélago dió un giro al mismo al abrir más su boca e intentar añadir su lengua a la fórmula, movimiento que sorprendió al chico, pero obedeció los deseos de su rival y le dió acceso al interior de su boca. A Rouge le encantaba tener el control por una vez. Todos los otros hombres con los que había estado (que, al contrario de lo que otros pensarían, no eran tantos) habían sido bruscos y no se cortaban ni un pelo a la hora de ir a por más. Así que el cambio le resultó bastante agradable.
Tras una breve pero intensa batalla entre las lenguas de los dos rivales, la albina apartó su boca de la del equidna, sólo para moverla inmediatamente al cuello del mismo. Una vez allí, empezó a dejar un rastro de leves besos y a succionar su piel, hasta que...
—Ah... R-Rouge.... — La murciélago se detuvo un momento y lo miró fijamente. ¿Acababa de... gemir... su nombre? — Vaya, Knuckie, ¿tantas ganas me tienes~ — Preguntó con una sonrisa pícara.
— N-No yo... no sé que ha sido eso... — El guardián, a este punto, sentía que iba a explotar de un momento a otro. Pero antes de que pudiese decir nada más, sus labios fueron reclamados de nuevo, pero esta vez con aún más intensidad.
Knuckles se dejó sumergir completamente en la experiencia, hasta que sintió una sensación desconocida "ahí" abajo. Abrió los ojos como platos al notarlo y rezó para que Rouge no se diese cuenta. Pero por supuesto, esta también se percató de su "problemilla".
— Vaya, vaya... ¿sí que estás emocionado, eh?~
La cabeza del equidna le daba vueltas y no sabía ni qué responder. La ladrona le dedicó una última sonrisa pícara antes de separarse un momento y empezar a...¿desabrocharse el traje?
—¿Q-qué haces? Y-yo...
—Sssh... sólo... déjate llevar...
[…]
Era otra vez de día, y el equidna se despertó aún algo aturdido después de todo lo que sucedió la noche anterior, con los recuerdos aún frescos en su mente, los besos, las caricias y ya-saben-qué... Había sido su primera vez, y no pudo evitar sonrojarse sólo con el recuerdo.
Miró hacia los lados, en busca de su acompañante, y se dió cuenta de que ella ya no estaba. Debió de haberse ido mientras dormía, aunque al menos podría haberse despedido. De repente, un pensamiento alarmante hizo presencia en la cabeza del chico, que se levantó de un brinco y buscó desesperadamente con la mirada el altar donde debía de encontrase su más preciada joya.
— ¡¡JODER, NO!! — Fue lo primero que salió de su boca al darse cuenta de que esta ya no estaba.
ESTÁS LEYENDO
Troublemaker [Knouge] [Terminada]
FanfictionEra un día normal para el guardián de la poderosa Esmeralda Maestra, o eso parecía ser en un principio antes de que cierta chica murciélago le diese un giro a todo. Él siempre supo que no debió fiarse de ella, al fin y al cabo, no era más que una pr...