II

1.6K 109 130
                                    

De un momento a otro, ambos jóvenes se encontraban en el suelo, estando posicionada Rouge encima del guardián, sin dejar de besarse y con el traje medio bajado por la parte superior, con sólo el sujetador cubriendo una de sus zonas más íntimas.

- Knuckie... - empezó a hablar la murciélago entre besos.

- R-Rouge...

- Te quiero. - el equidna sintió como su corazón le daba un vuelco al oír esas dos simples pero importantes palabras.

[...]

Otra roca fue destruida con un fuerte puñetazo. Era la cuarta desde que el cazatesoros descubrió la estratagema de la ladrona.

Lo había engañado. Como todos siempre lo hacían. Nada de lo de anoche fue cierto. No lo quería a él, sino a su Esmeralda. Nunca lo hizo. Y él, como el idiota que es, había caído en su trampa de lleno. Se había creído de verdad que podría llegar a tener... algo con ella. Joder, se había enamorado de ella.

Había aceptado sus sentimientos por la murciélago justo esa noche. Había descubierto por fin por qué pensaba en ella tan a menudo y por qué disfrutaba tanto de su compañía. Rouge lo volvía loco. Loco de ira, de alegría, de pasión y de deseo. Le ayudaba a escapar de la rutina de cuidar la esmeralda sin más día tras día, le traía emoción a su vida y le hacía sentir todas esas emociones al mismo tiempo. Le hacía sentir... vivo.

Pero lo peor es que sabía cómo era, sabía que Rouge no era de fiar, y que lo único que querría jamás serían joyas. Al igual que siempre supo como era el Dr. Eggman, otro hombre el cual también parecía disfrutar de engañar al pobre equidna.

Siempre le pasaba mismo. Confiaba demasiado en las personas, ponía su corazón en ellas con la esperanza de que pudiesen ser sinceros y quisiesen cambiar, a pesar de que, en su mente, supiese que no había salvación para ellos.

Pero esta vez era diferente a cuando Eggman lo engañaba. Ya que, al descubrir las mentiras de este simplemente sentía... rabia. No le afectaba emocionalmente porque no tenía ningún tipo de vínculo con el Doctor. Esta vez, en cambio, las mentiras de Rouge le habían afectado a un nivel mucho más personal. Le había roto el corazón. Ella era quien mejor lo conocía y, realmente, la única persona a quien durante un tiempo consideró una verdadera amiga.

Porque, realmente, ¿a quién más tenía? ¿Sonic? Ja, como si a ese capullo arrogante le importase una mierda. Sólo venía a visitarlo cuando necesitaba algo de él, ya fuese su fuerza para luchar contra Eggman, o la energía de la Esmeralda Maestra. Claro que habían estado en misiones y luchado juntos muchas veces y no negaría que le había cogido un poco de cariño, pero sabía que su relación estaba más basada en simplemente trabajar juntos que algo más personal.

¿Tails? ¿Amy? ¿Cream? Es cierto que no eran tan irritantes como Sonic, en verdad, ellos le caían bastante bien. Tails era un zorrito realmente amable e ingenioso con el cual sabía que podía contar si es que necesitaba que le reparase algo. Amy también era bastante dulce y agradable. Aunque esta no hiciese más que hablar de su eterno amor hacia su "querido" Sonic. Y Cream era una niña adorable que siempre pensaba en los demás.
Pero Tails y Amy estaban demasiado ocupados siendo los perritos falderos de Sonic todo el tiempo como para considerar al equidna algo más que un buen conocido. Y Cream tenía 6 años, era demasiado joven para verla como una verdadera amiga, además de que con ella no tenía apenas contacto.

¿Quién le quedaba entonces? Rouge. Y ahora ya nadie.

Y ya no sólo era una cuestión emocional, también se había quedado sin la Esmeralda Maestra. Había fallado como guardián. La isla no tardaría en caer al mar, y no tenía ni la más mínima idea de adonde podría haber llevado la esmeralda Rouge.

¿Qué pensarían sus ancestros si lo viesen ahora mismo? Seguro que se sentirían avergonzados de su pésimo trabajo como guardián y lo desheredarían. Probablemente lo echarían de Angel Island también por haberle traído deshonor a toda la tribu. Y la verdad es que... se lo merecía. Nunca fue un guardián digno. Todo esto era su propia culpa, por ser tan estúpido como para enamorarse de alguien que siempre supo que no le traería nada bueno y que sólo tenía amor por las joyas.

Así que ahora se había quedado sin Rouge y sin esmeralda.

Y, ¿sabéis que es lo más lamentable de todo esto? Que seguía queriendo volver a verla. Pero eso no pasaría. Ya había conseguido lo que quería de él, y no había ningún otro motivo por el cual volvería.

¡¿Cómo podía ser tan patético?!

Sintió como lágrimas empezaban a asomar por sus ojos mientras destrozaba una quinta roca.

Genial, parece que esa chica murcielago también le había robado su dureza, otra cosa más para añadir a la lista junto con su corazón, su autoestima, su primer beso, su virginidad y su única conexión con sus ancestros. Perfecto.

Para colmo, empezó a notar como la isla empezaba a vibrar levemente. Ya estaba a punto de caer.

Se limpió con rabia las lágrimas de impotencia que ya inundaban su cara y se dejó caer de rodillas al suelo. Lo había perdido todo, y lo único que sentía que quería hacer era acurrucarse junto a uno de los pilares del ahora vacío altar de la Esmeralda Maestra y morirse.

Troublemaker [Knouge] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora