Rouge ya se encontraba volando hacia Angel Island.
Y, mientras lo hacía, no paraba de preguntarse:
"¿Cómo pudo haber sido tan estúpida?"
Knuckles estaría hecho una furia, tendría suerte si no la echaba de la isla sólo a gritos por haberle robado mientras dormía.
Pero bueno, al devolverle la esmeralda y disculparse sinceramente, se le pasaría. O eso esperaba. Pasase lo que pasase, quería hacer las paces con él. No volvería por la esmeralda nunca más, y, aunque puede que nunca llegasen a... algo más, se conformaría con que siguiese siendo su amigo. Aunque le doliese, no podía perderlo del todo.
Ese pensamiento la entristeció, estaba convencida de que Knuckles no querría nada con ella más que amistad, o, como mucho, amistad con derechos. Eso si es que la perdonaba.
Sí, habían tenido relaciones y había sido la primera vez del equidna, con ella. Pero el pobre había estado solo toda su vida, estaría esperando la oportunidad de hacer eso desde hace tiempo. Y el simple hecho de que aceptase hacerlo con ella no le aseguraban sentimientos reales de parte del equidna.
Al fin y al cabo, ¿por qué los tendría? Lo único que había hecho hasta ahora había sido molestarlo e intentar robarle.
Realmente desearía que Knuckles fuese como todos los demás hombres para ella. Desearía poder seguir ahora en el apartamento, disfrutando de la esmeralda y sin ningún tipo de arrepentimiento o vacío en el corazón. Y desearía simplemente poder odiarlo por interponerse entre el camino de sus preciadas joyas y ella por tanto tiempo. Pero no podía, por mucho que se intentase convencer de lo contrario.
Así que aquí estaba, apunto de devolver una joya, y sintiéndose desgraciada al estar tan segura de que el único chico del que se había enamorado no le correspondería. Pero no había nada que pudiese hacer más que resignarse a la cruel realidad. Era su propia culpa por haber desarrollado sentimientos hacia él.
Si hace sólo unos años le hubiesen dicho que acabaría en esta situación se habría reído en la cara de aquella persona. Le habría resultado simplemente imposible de creer que ella, la seductora, fría y manipuladora ladrona Rouge se sintiese así aún teniendo la mayor esmeralda del mundo en sus manos por alguien más.
También le debería una disculpa a Shadow y a Omega. Al final tenían razón, y sólo lo decían por su bien. Aunque a veces pudiesen ser algo insoportables, los quería; eran los mejores amigos que había tenido nunca.
Por fin llegó a su destino. Angel Island ya estaba en el mar, se le había olvidado por completo que sin la valiosa joya con la que cargaba la isla se caería.
Suspiró e intentó pensar rápidamente en cómo se disculparía. Tendría que confesarle sus sentimientos y decirle toda la verdad a un Knuckles muy enfadado, y no sabía ni por dónde empezar. Pero era lo que tenía que hacer.
Aterrizó en una zona cercana al altar de la Esmeralda. Es verdad que ahora que no estaba el equidna no tendría por qué estar en ese sitio concreto, pero no se le ocurría otro lugar en el que mirar.
Volvió a colocar la Esmeralda en su lugar y empezó a buscar al guardián.
Por suerte, lo encontró rápidamente. Estaba sentado en un tronco caído sólo un poco más lejos de donde había aterrizado.
—... ¿Knuckles?... — le tocó suavemente el hombro para que se voltease.
Al este hacerlo, se quedó helada. Esperaba encontrar al guardián hecho una furia, ver fuego en sus ojos, pero, en vez de eso, se encontró con una vacía y apagada mirada inexpresiva. No encontraba en esta el brillo que siempre veía, tenía ojeras y los ojos algo rojos. Como si hubiese estado... no... no podía haber estado llorando. Nunca le había visto hacerlo, incluso en sus momentos de más debilidad. Siempre consideró al equidna la persona más dura que había conocido, por supuesto que no lloraría... ¿verdad?...
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Troublemaker [Knouge] [Terminada]
FanfictionEra un día normal para el guardián de la poderosa Esmeralda Maestra, o eso parecía ser en un principio antes de que cierta chica murciélago le diese un giro a todo. Él siempre supo que no debió fiarse de ella, al fin y al cabo, no era más que una pr...