Capítulo 1: La Llegada

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Capítulo 1.

                Me coloqué los auriculares de mi IPod, Lana del Rey a todo volumen. Paseaba por aquel largo pasillo buscando mi clase, mientras todos me miraban como los zombies de The Walking Dead miran a un humano en busca de carne fresca, sólo había una diferencia, sólo miraban, nadie intervenía para hablar conmigo o presentarse pero al fin y al cabo era la chica nueva en un instituto donde todos se conocían. Gods and Monsters en mis oídos, la canción idónea para este momento. Me sentía como en la tierra de Dioses y Monstruos, pero no era un ángel sino la chica nueva buscando su lugar en aquel instituto. Veía a los chicos hablando entre ellos sobre sus cosas quizás  mientras las chicas eran como arpías, me miraban mientras me escaneaban  con una risa maliciosa y despectiva en su cara y cotorreaban. Mis nuevos simpáticos compañeros, pensé. No era igual que ellos, no era popular, pero no podía esperar serlo, nunca lo había sido y nunca lo sería aquí el primer día. ¡Al fin encontré aquella clase! la tenían escondida al fondo de aquel largo pasillo, en el rincón más remoto y oscuro, allí estaba. Llegaba cinco minutos tarde, no había sido fácil guiarme por aquel instituto y encontrar esa clase escondida, apagué el IPod, toqué a la puerta y entré. El profesor hizo caso omiso a mi llegada y salió de clase, mientras, mis compañeros  volvían a mirarme como los zombies hambrientos del pasillo y susurraban entre ellos ¿Quién es esta? ¿De dónde ha salido? Buscaba un sitio libre donde poder acomodarme cuando vi la mano alzada de una chica indicándome un asiento libre a su lado. Parecía una buena chica a primera vista y había sido la única que me había dado una oportunidad para relacionarme dentro de aquella clase así que hice caso a mis instintos optando por sentarme junto a ella.

-          Hola, eres la nueva por lo que veo. Yo soy Adelaide, encantada. – Dijo mientras me miraba y sonreía.

-          Sí, soy la nueva, me llamo Marilyn. – Dije en tono nervioso pero amistoso, nunca se me habían dado bien las presentaciones ya que era un poco tímida. – Encantada y gracias por ceder a sentarte conmigo.

De Adelaide destacaban sus enormes y largos rizos dorados como caracoles bañados en oro y su cara llena de pequeñas pecas, era una especie de muñequita. Mientras abría mi mochila me quedé alelada e incomodada por la presión de las miradas lanzadas por el resto, ella pudo notar la inseguridad en la mirada con la que observaba  al resto de mis nuevos compañeros. Era inteligente y observadora, o eso parecía a simple vista. Cortó aquella situación tan incómoda para mí: 

-      Tranquila, aquí todos son como lobos con los nuevos, pocos quedamos con principios, pero bueno, cuéntame, ¿cómo has acabado aquí? El director dijo que venías de Inglaterra, ¿me equivoco?

-      No, no te equivocas, vivía en Londres. He acabado aquí por varios motivos, en especial  el trabajo de mi madre, es presentadora de informativos y le ofrecían el doble de pasta por cruzar el charco e iniciar otra vida aquí.

En ese justo instante entró el profesor en clase, todos quedaron en silencio mientras abrían sus libros de texto y buscaban la página exacta por la que quedaron el día anterior mientras el profesor pasaba lista, se detuvo al leer  “Lewis Thompson,  Marilyn”, mi nombre y exclamó ¡Al fin una cara nueva! esa emoción le duró segundos, abrió el libro de biología empezando así su clase. Teoría celular. Es tan divertida como jugar al fútbol sin pelota, pero necesaria para aprobar. Bajé la vista y vi en mi cuaderno  una pequeña nota, era de Adelaide, lo supe por la mirada de complicidad con la que me miró a ver que había descubierto su nota en la que decía: ¡Esta clase es un tostón! Seguiremos hablando cuando toque el timbre :). La miré y levanté el pulgar. Los minutos pasaban como horas y el profesor no se callaba, división, bipartición, estirpes celulares, Pasteur, Omnis cellula y todo ese rollo con el que en lugar de entretenernos y despertarnos curiosidad, nos estaba durmiendo. Por fin sonó el timbre, salvados por la campana de una muerte segura por aburrimiento y eso que siempre me había gustado la biología pero ese profesor era la cura perfecta para los que padecen insomnio,  todos guardamos los libros en las mochilas y salimos de aquella clase, de aquel tostón de clase como decía Adelaide.

Seguí a unos chicos hasta la puerta puesto que había perdido a Adelaide entre la muchedumbre. Llegué a la puerta del instituto donde  me esperaba ella junto a seis chicos más que supuse que serían sus amigos y así fue. Me los presentó, Penny, Dave, John, Albert, Martha y Joseph parecían majos y me miraban con una sonrisa en la cara, no como los zombies de antes, ellos eran distintos. Paseábamos charlando, haciendo las presentaciones y no me lo podía creer, teníamos los mismos gustos musicales, las mismas pelis y series favoritas, las mismas ideas inconformistas y la misma visión sobre la vida. A simple vista después de conocerlos de unas horas, me parecían increíbles y muy amables, pero mi vista se centraba en Dave, era guapísimo,  esos ojos verdes perfectamente conjuntados con aquella sonrisa tan perfecta, la misma pasión por el rock y la simpatía que desprendía como rayos de sol en verano.  Encendimos nuestros cigarros y caminamos a casa mientras me acribillaban con las preguntas típicas a los nuevos ¿Cómo has acabado aquí? ¿De dónde eras? y me advertían sobre las personas de aquí, me decían que no confiara en nadie que eran como buitres buscando carne fresca a la que comerse y humillar lo que me recordaba a mi anterior instituto, lleno de personas putrefactas que eran feliz con la infelicidad de los demás y aun así lo echaba de menos. 

No te prometo un para siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora