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Luego de media hora de viaje, Rodrigo estacionó confiado en lo que parecía ser un hotel fuera de la ciudad, ese tipo de lugar que es enorme y se ve muy lujoso.
Cuando entramos fuimos hacia la recepción. Una chica les saludó desde el mostrador bastante joven, tenía el cabello castaño, algunas pecas entre la naríz y las mejillas.

—¿En qué los puedo ayudar?

—Buen día, Oriana. Queremos una habitación por favor.— Dirigiéndose a la chica que al parecer le conocía.

—¿Cama matrimonial?— Miró ahora hacia su dirección.

—Mmm.— No lo dejé terminar.

—Si.— Silencio.

—Habitación número 28, segundo piso.— Entregó la llave de la habitación. Subieron por el ascensor y caminaron dentro del cuarto bastante amplio. Una cama enorme un sillón del mismo tamaño, un plasma. Un espejo también muy grande en una de las paredes en frente de la cama y un poco más lejos dos baños.

Se tiró a la cama y sacó las zapatillas con dolor, quería dormir luego de el pequeño viaje. Cerré los ojos y luego de unos minutos sintió un brazo afirmarse a su cintura, media vuelta quedando casi pegado a el otro cuerpo. Los ojos detallados eran tan lindos, podría quedarse viéndolos horas. Las pupilas y párpados junto a sus pestañas.
Nos mirábamos, ninguno decía nada.

—¿Matias?

—¿Si?

—Yo... Te quiero.—
Le sonrió de vuelta con un breve beso en los labios. Quedándose dormido por la suave voz tersa que le acariciaba los oidos con su sonido natural.

—Tal vez algún día me quieras como yo te quiero.

Matías hizo como si no hubiese escuchado nada y trató de dormirse pero era imposible. La imagen constante del chico misterioso estaba saltando y recobrando vida nuevamente en su memoria. Abrió los ojos lentamente y le encontró mirándole de casualidad. Otro sonrojo fino apareció como chispa, como una chispa de vela que no deja de chispear y se extiende la llama.

—Hermoso.— Fue suficiente. Un beso largo fue lo que le siguió. Las pausas no estaban admitidas.
Se dió vuelta haciendo que quedaran en cucharita. Gustaba sentir sus brazos rodear con una sensación hermosa, incomparable no se comparaba con nada.

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Agos🤬

hιs drυɢ (ᴍᴀᴛsϙᴜᴀʀᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora