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Rodrigo:

Decir que adora a Matías es poco. Pocos le harían sentir lo mismo que él.
Siempre sentí algo pero nunca me animé a contarlo.
Encontrarlo en ese club no fue casualidad, yo sabía hace rato que trabajaba allí. El tema era no animarse al qué pudiera pasar. No quería ir a ver como otros podían estar de la manera que quería con él, y él mismo no podía. Egoista. Si, ya sé, ellos no lo aman, ellos solo lo usan. Porque yo lo amo, lo amo y lo amo.

Y si, ya sé, pagué por estar con él pero... Tal vez logré enamorarlo. Mati es lo más bonito de este planeta. Quiero enamorarlo, que se enamore de quién soy.

Aún dormía apegado a la almohada con un pucherito y soltando leves suspiros. ¿Por qué a él? ¿Por qué está tan enamorado?

Suspiró. Equipó una campera y bajó al restaurante que había en el hotel sin querer despertar a Mati. Un desayuno silencioso sin compañía.
Hoy era el segundo día.

—Buen día.— Giré, escuchando la voz característica.

—Pequeño.— A matías le brillaron los ojos—Me enteré que no comiste y daría como para preguntarte si tenés ganas de algo dulce, o salado, como te apetezca.

—Claro.— Sacó a la vista sus dientes adornandolos en una sonrisa sincera.
Pidieron después de dudar y dar mil vueltas para terminar pidiendo unos cafés y algunas medialunas dulces y saladas.

Luego de desayunar, subieron con máxima tensión al piso dos.
Matías lo acorraló en la madera de la puerta vieja. Rezando porque no haya sido tan brusco como para lastimarle la espalda.

—Ya estuve mucho tiempo sin atención.— Jugó con sus cabellos y junto a un movimiento de ojos, viendo todo movimiento que hacía, llevó los brazos del contrario hacia su cintura estrecha.
El otro solo respiró hondo. Apuesten a que no estaba necesitado porque seguramente perderían en el intento.

—¿Seguro?
Este asintió.

Ya sé imaginarán lo que pasó después.

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Agos🤬

hιs drυɢ (ᴍᴀᴛsϙᴜᴀʀᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora