Cuando ella se marchó sin darme la esperanza de que volverá y pensando en el final de sus palabras: Chao viejo Darky. Mi cabeza está aquél final, pero ni siquiera está su perfume, su aroma o su sonrisa cuando lee sus poemas, ya no quedaba nada más, sino mi arrogancia y aferrarme a su olvido, su compasión y el final con la que se marchó: Chao viejo Darky.
A mi edad que no es tan larga y ni siquiera tan corta, he vivido quizás lo suficiente, con mascotas que me encuentro en la calle, con mi trabajo de poca valoración, con mis libros de segunda mano y mis poemas que nunca he publicado, porque son para ella, ella conoce todo de mi y por eso, es mejor vivir solo. Iré por las tostadas, el café está frío es por esa razón en lo que estoy pensando son muchas tonterías. A mi edad lo único que se me ocurre es escribir para sentir menos el abandono y el peso de mi existencia: ¿es mejor el suicidio? uhm, lo consideraré después, pero si pienso en ello, mi objetivo no será el que quiero, de escribir para ella y que siga su vida sin mi y en mis poemas, en mis libros, en mi silencio su recuerdo. Al dirigirme a la cocina, se encontraban las tostadas que Celeste había preparado para mi, no es amor, estaban deliciosas.
Era domingo en la tarde, entré a mi habitación y encontré un arete de Celeste y la carta que le había escrito - demonios, nunca sabrá lo que siento por ella, y por otra parte me sentí mejor, aquella carta la había escrito después de tener sexo con Mariela y llegar a mi casa con su recuerdo desesperado por encontrarla a Celeste. Pero sí quería que ella supiera que dentro de mi hay, a aparte de lo que ella un día me gritó que soy un despreocupado y monótono de la vida, un amor invencible que grita en nombre de la paz y busca labios para refugiarse, tomé la carta y empecé a leer frente al espejo y coloqué su foto en la parte superior del armario y leí en voz alta:
Celeste, negra, mulata, gris, morado, café, blanca, disculpa que escriba para ti, no me siento solo, ni desesperado, pero hay algo en mi que tú debes saber y que piensas que no siento nada por ti, es mi amor invencible, de acero y con ganas de ti, Celeste, no te canso más, para ti mi poema, puede que lleve tu nombre o tus deseos:
El verso canta y mi corazón te extraña
Mis pupilas te buscan, mi amor te encuentra
Blanca y eternamente bella
Respiro tu aroma y navego en tu sonrisa.
Universo, mi corazón te busca
Socavo mi alma y encuentro un te amo
Blanca y eternamente bella
Te envuelve mi amor palpitante
La razón une nuestros cuerpos
Y en silencio busca el frío
Busca y encuentra en tu alma, la esperanza
Algún lunes por la mañana te absorbes en mi alma
Un martes salgas a comprar sueños
El miércoles regreses cansada,
En busca de un océano de besos
El jueves quizás te marches,
Con mi aroma, mi amor y mi libertad,
Quizá te canses y vuelvas un sábado por la mañana
Como una estrella, blanca y eternamente bella.
El domingo, con certeza, contaremos estrellas
Pensando en que algún día encontraremos vida,
Mientras tanto ámame,
Sonrisa blanca y eternamente bella.
Ámame los días de invierno,
Así la lluvia y el frío encontrarán nuestras almas.
Ámame los días de verano,
Donde el sol sea testigo de nuestros besos
Y la inmensidad del universo cobije el silencio desesperado
Y la luna cuente nuestra historia de amor.
Eres libre viajera del tiempo, con una mirada infinita
Arropas mi desesperanza y la luz rejuvenece
Tu mirada primaveral encienden estos versos
Y la alameda de mis besos algún día cobijará tu alma.
Tu peregrino, residente amor
Lo leí finalmente lo leí para ti y no estás presente, nunca lo has estado cuando más te necesito. ¡Vaya! ¡Qué carta más apagada!, no dice nada, no tiene sentido.
La tiré en el basurero de la vecina y salí a hacer compras para poder sobrevivir una semana más.
Mientras caminaba al super de la Avenida Patria, ya sé que sentido tiene todo esto, y es que precisamente hablaré de ella, de Celeste, de las cosas que callé, que estuvieron presentes sin que ella se diera cuenta, hablaré de ella cuando señorita y dulce abejita me miró, cuando la observaba charlar con sus amigas de sus bandas favoritas, pero aunque no tiene sentido, ni traten de buscarlo, escribo para ella que no está y que quizás en algún tiempo libre me lea y sienta que en medio de mi túnel de papel húmedo, me inspiraba su sonrisa desprevenida. Escribo para ella que no está y que cada letra hace más lejano retratarla.
Y es que precisamente, hasta cuando pienso en ti y en especial los domingos que no tengo nada que hacer.
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"Las siete maravillas de Celeste"
ActionElla estaba sentada frente a mi, le ofrecí de pronto un cigarrillo, me rechazó, tal vez no debo recordar esa parte, pero fue justamente ahí, donde ocurrió un desplome de esperanza y un arcoíris de soledad. Esta novela te invita a recordar un amor...