Chao viejo Darky

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- ¿Té o café? 

- No te levantes, hagamos otro día juntos. 

- Pronto me marcharé 

- Ya estás vieja, apacible y con ganas de morir 

- Es cierto

- Bésame y al diablo el mundo. 

- Eres un loco, completamente. 

- Quiero té y también amarte. 

Se levantó en busca de sus sandalias y se dirigió a la cocina, la seguí, tenía el mismo perfume cuando le regalé en su graduación, y su belleza hizo que admire su existencia; Celeste vestía siempre su blusa azul con bolas negras, odiaba la gente superficial, los críticos del arte, de todo, ella es la mujer más hermosa que he tenido nunca, ha hecho que mi estúpido mundo tome sentido y gire en torno a ella - la pensaba mientras fingía leer el periódico, sabía que tarde que pronto ella me dejaría nuevamente sólo. 

- ¿Qué haces Darky? ¿Has visto mis apuntes de poesía? 

- Pensando definitivamente, ¡cuánto tiempo sin verte Celeste, quédate en mi refugio, quédate, quédate!

- Eso no es el problema, ya no tiene caso, Darky. Ahora, ¿dónde están mis apuntes de poesía? 

Están en el sillón de mi habitación, te dejé una carta la abres cuando llegues a tu estancia - respondí con desdén 

- Ahora sí, ahí te dejo el café con tostadas, me tengo que ir

Cogió lo que restaba de su existencia, me  dio un beso en la frente, mi corazón decía quédate, mi silencio gritaba al unísono pero temía, temía perderla para siempre y se marchó por la puerta de atrás. 

- ¡Ya no vuelvas, nunca más, no estaré aquí! - grité enfadado de dolor. 

- Chao viejo Darky

"Las siete maravillas de Celeste"Where stories live. Discover now