VI

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Capítulo seis:
Un trato

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Mientras Athena leía un libro en la biblioteca había dos personas que no dejaban de verla:
Por un lado estaba Thomas Selwyn frente a ella, sosteniendo su cabeza con su brazo. La miraba con atención, como si fuera el ser más preciado del mundo. Observaba cada facción de su cara, como sus ojos y sus labios se movían mientras seguían las palabras del libro de encantamientos; hasta intentaba contar las pecas de sus mejillas, pero la pequeña risa nasal de la chica lo distrajo.

- ¿Que tanto mirás? - preguntó sin despejar la vista de su libro.

- Lo preciosa que sos - los ojos verdes de ambos se encontraron. La castaña nunca había recibido tal cumplido de algún chico y pudo notar que sus mejillas comenzaron a enrojecer, acción que le pareció realmente tierno al Slytherin. Los dos comenzaron a reír mientras cada uno pensaba que la risa del otro era música para sus oídos.

Por otro lado, desde la otra punta de la biblioteca, había unos ojos perdidos que miraban hacia la pareja que reía. Sirius Black siempre fue una persona muy ambiciosa y, la mayoría de las veces, conseguía lo que quería. En el caso de Athena Lockhart, todo fue mucho más difícil. Su técnica de galán no había funcionado y eso lo estaba destruyendo poco a poco. Él siempre pensó que las chicas caerían a sus pies con tan solo hablarles, pero se equivocó, las cosas no se consiguen sin trabajar, si de verdad querés algo tenés que luchar por eso, no importa cuantas veces te caigas, siempre te vas a levantar.

- ¡Sirius! - habló en voz alta Marlene McKinnon, acción que hizo que la gente a sus alrededores la callaran y que el mayor de los hermanos Black la mirara atónito.

- ¿Por qué tanto alboroto? - dijo serio y en un tono bajo el ojigris.

- Te estoy hablando hace veinte minutos y no me estás prestando atención, se supone que soy tu novia, no una pared - dijo enojada.

"Ojalá" pensó Sirius mientras volvía a mirar de reojo a la castaña que seguía hablando divertida al azabache. Ella lo miraba como si estuviéramos hablando un ángel caído del cielo.
La rubia se dió cuenta de la acción de su novio y se giró para observar a lo que estaba robando la atención de él. Su cara se puso roja y sus manos comenzaron a temblar.

- ¿Qué tanto la mirás? - volvió a mirarlo a los ojos, quiénes la miraban con algo de terror - Te recuerdo que tenemos un trato, y si no hacés lo que te pido, lo voy a romper - y sin decir nada más, cerró su libro con fuerza y se alejó.

𝖘 𝖆 𝖋 𝖊  - 𝘴.𝘣𝘭𝘢𝘤𝘬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora