Capítulo 11

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━Bien, tengo que irme ya, Eliot━dije levantándome de la mesa y dejando la propina sobre una servilleta.

━¿Por qué tan pronto? Falta el postre, Alli, no…

━Puedo llevármelo.

Me miraste incrédulo y soltaste una carcajada altanera, todavía sin creer lo que estabas escuchando.

Tiraste de mi mano e hiciste que me sentara sobre tus rodillas.

━Ni siquiera lo intentes━te advertí con la mirada, pero mis labios de pronto se juntaron y mis dientes mordieron la parte inferior.

━No dejaré que te vayas después de que has hecho eso━reíste━. Te acompaño a casa.

Pensé en Abi.

Ella probablemente habría regresado al apartamento porque seguro se sentía mal por mí.

No era lástima. Claro que no.

Pero no podíamos estar ni un momento enojadas. Así que negué con la cabeza.

━Abi está en mi casa. Es lo más seguro, Eliot. Vamos a la tuya.

━Es increíble cómo cambias de opinión tan rápido━besaste mis labios y me diste una palmada en el muslo━. Bien. Pagaré y nos iremos.

━Vale.

Me puse de pie otra vez para que pudieras levantarte.

Apretaste mi mano cuando te alejaste hacia la cajera.

Te esperé ya en la puerta de entrada con mi bolso en mano y miles de cosas pasando por mi mente.

Una de ellas: Chelsea. Por la otra parte, eras tú. Nosotros dos juntos pasándola muy bien.

━¿Lista? ━Preguntaste.

━Si━asentí.

Después de un rato de tráfico y de olor a chicle que había dentro de tu auto, llegamos por fin a tu casa.

No pude ni siquiera llegar al umbral de la puerta.

━No me hagas esperar.

Reímos al unísono.

Me tomaste entre tus brazos y mi espalda quedó sobre tu regazo. Tus manos rodeaban las mías y nuestros dedos se encontraron fácilmente.

Caminamos así hasta la sala.

Ambos caímos por culpa de alguien sobre el sofá, lo que ocasionó aún más risas.

Me olvidé de todo lo que habíamos pasado en menos de veinticuatro horas por un momento.

No quería pensar en nada ni nadie más que no fuéramos nosotros. Sólo quería estar contigo, y fue muy bueno.

El rato que pasamos desnudos en el sofá me hizo pensar que tenías más cosas buenas que cosas malas.

Pero es muy obvio que seguía enamorada de ti así que igual seguía completamente estúpida y cegada.

Ni siquiera me di cuenta de todos tus demonios. Sólo me fijé en los míos, y eso era algo por lo que no me tenía que preocupar.

Porque los míos los podía controlar, pero preferí intentar controlar los tuyos.

Nos cubrimos con las sábanas que encontramos en el armario y quedé recostada sobre tu pecho sintiendo el latido de tu corazón.

Era lento, cálido y muy sexy para mí.

Conté casi todas las manchas que tenías sobre la piel. Eran lunares y pecas.

Coffee cup.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora