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El café logró enfriarse por el extenso rato que llevo sentada frente al escritorio. Había transcurrido apróximadamente toda la tarde sellando papeles, nada más que sellando papeles. Teniendo casi veinticuatro años y habiéndome capacitado para trabajar en la policía, siendo franca jamás creí que me pondrían a despositar marcas en documentos inútiles. Servía para más que eso, estaba más que segura.

Pero haberme mudado a la ciudad de Busan, Corea del Sur, muy lejos de casa, claramente no fue una ventaja. Es sabido que los extranjeros no tenemos la mismas oportunidades laborales y que claramente está sobrevalorado el hecho de estar capacitado (académicamente o no) para tener un buen puesto. Por lo menos aquí, la jerarquización es en base al linaje, al origen de nacimiento. Los nacidos en Corea claramente pueden disfrutar de más beneficios y buenas posiciones en el ámbito laboral.

Siento unas manos rodear mi cintura, apretar ella con fuerza, y sonrío ligeramente al captar su respiración chocando sobre mi nuca.

—Deberías descansar bebé.— Deposita un suave beso en dicha zona y suspiro ampliando aun más la sonrisa.

Los labios, la voz, la actitud pasiva de Taehyung lograban relajarme, lograban hacerme sentir más feliz. Volteo levemente y lo miro a los ojos, aquellos ojos razgados color miel que me hacían temblar. Un hombre simplemente perfecto;  estudioso, trabajador, atento, cariñoso, talvés algo infantil pero en la cama todo un hombre. No puedo pedir más.

—Tienes razón.— Me acerco con velocidad y deposito un corto beso en sus labios. —¿Pedimos pizza?

—Iremos a cenar.

Amplío los ojos y sonrío nuevamente. —Creí que lo habías olvidado.

Alza una ceja con picardía. —¿Crees que me olvidaría de nuestro aniversario?— Me abraza con fuerza. —Jamás lo haría. No se cumplen tres años de noviazgo todos los días.

—Te amo Taehyung. Ahora y siempre.

—Y yo a ti bebé.— Me coloco de pie dejando los papeles sobre el escritorio y camino hacia la habitación. —Te espero.

Asiento ingresando al dormitorio y posteriormente al baño. Abro el grifo y súbitamente me meto en la ducha. Bajo el agua recuerdo aquel momento, aquel acontecimiento que cambió mi vida por completo.

Mis padres se separaron cuando yo tenía dieciséis y claramente mi papá no tardó en conocer a otra mujer, su ahora esposa. Mamá está feliz soltera, ella ama vivir en Italia, su país de origen y él mío también. Además amaba vivir conmigo, pero las cosas dieron un cambio drástico cuando conocí a Hoseok, mi hermanastro. Tengo una relación muy buena con él, somos inseparables. Y aunque uno acostumbra a decir que las madrastras son aterradoras, no resulta así para la mujer de mi padre, ella es una dulzura. Cuatro años atrás conocí a Taehyung por medio de mi hermanastro, cuando vine a visitar a mi padre en vacaciones de verano. Fue una conexión prácticamente instantánea y eso me fascinó. El poco tiempo que había transitado en Corea me había servido para quedarme atada. Cuando regresé, hablé con mamá y le dije que quería buscar empleo donde vivía papá, y ella fue más que comprensiva conmigo. Me lo permitió, y así es como me mudé a vivir con él y su nueva familia.

A veces extraño a mamá, ella siempre fue compañera conmigo. Pero de vez en cuando hago viajes a Italia en vacaciones para visitarla, para poder pasar tiempo con ella.

Entonces mi relación con Kim Taehyung fue creciendo, y luego de un año de intentar conocernos, oficializamos. Ambos vivimos muchas cosas juntos, tanto buenas como malas. Y aprendimos a lidiar con los aspectos negativos, y eso fue la clave de todo.

Ahora vivimos juntos, en un pequeño apartamento a pocas calles de la casa de mi padre.

Coloco mi sostén oscuro con seguridad, y reviso que todo esté en orden. Hace tiempo no me ponía un vestido, casi siempre llevo camisa blanca y jeans, y la placa de policía que parece estar de decoración nada más. Acomodo mi cabello levemente y salgo de la habitación.

Como siempre, Kim espera ya listo sentado en el sofá, acariciando a Tannie, nuestro cachorro, sobre él. Levanta la mirada y sonríe, analizando con sus ojos oscuros mi silueta completa.

—Estás preciosa, Helen.

—No me hagas sonrojar.— Mis mejillas elevan su temperatura. —Ya vámonos.

Se coloca de pie y extiende su mano hacia mí. Esbozo una sonrisa y la acepto con gusto.

...

—Para mí que sean langostinos, por favor.— Él da instrucciones al mozo, pero aun manteniendo su tono relajado en la voz.

El hombre de traje asiente, y posteriormente se retira con la carta hacia el interior de la humeante cocina. Tae me mira, mantiene sus ojos brillosos sobre los míos y eleva una ceja con cierto tono a picardía en su gesticulación.

—¿Puedes dejar de mirarme así?— Caracajeo levemente y apoyo mis codos sobre la mesa. Acerco mi rostro al suyo, quedando frente a frente. —No resistiré hasta llegar a casa.

—Nadie te pidió que lo hicieras.— Sonríe levemente, haciendo más grave la voz.

Pronto siento su mano deslizarse por debajo de la mesa y posarse sobre mi muslo. Lo miro. —No hagas esto Kim, no ahora.

Él se queja  y posteriormente sonríe. —Está bien. Pero cuando lleguemos a casa no me detendré.

—Bien.— Lo desafío coqueta.

Era común jugar de esa forma entre nosotros. Resultaba tan cómico y por momentos tan candente que lograba añadir esa pizca de picante en nuestra relación. Y allí estaba yo de nuevo, con mis brazos rodeando su nuca y con los suyos sobre mi cintura.

Nuestras bocas se unen constantemente, nuestras respiraciones se entremezclan y a medida que caminamos a tientas hacia la habitación, el calor de nuestros cuerpos comienza a elevarse.  Siento su hombría clavarse en mi estómago y suelto un gemido.

Este hombre me ponía los pelos de punta.

Lo lanzo sobre la cama y me colocó sobre su cuerpo. Ambas anatomías se rozan constantemente. Taehyung suelta un gemido ronco y profundo, y allí es donde pierdo el control. Sus manos sujetan con rudeza mis nalgas y las masajea con lujuria y desesperación. Ahora soy yo la que suelta un gemido. Todo parece indicar que la noche sería larga, que el ansia de sexo nos consumiría a ambos lenta y plácidamente.

Pero mi celular suena, y todo se detiene.

Suelto un quejido y me incorporo en la cama. Me alejo del cuerpo de Tae y estiro el brazo hacia la mesita de noche.

Era Namjoon, pero ¿Qué quería a estas horas de la noche?

—No es un buen momento. ¿Lo sabes? — Contesto agitada, con la respiración entrecortada, y algo irritada también.

—Siento interrumpir tu noche loca, Helen.— Suelta un suspiro. —Te necesitamos en la comisaría.

Frunzo el entrecejo. —¿A mí? ¿Estás seguro?

—Sí. Te esperamos.

—Está bien. Ya voy para allá.

—Helen.— Escucho del otro lado de la línea su voz algo dura.

—¿Qué?

—Es urgente.

• KILLER • (J.JK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora