№54

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Era tarde, el cielo estaba nublado y la la luna estaba en su punto inicial, las calles estaban oscuras, y aquello no me preocupaba. Las lindas flores siendo testigos de mi palpante amor por esa chica de risos castaños era lo único que necesitaba para estar más que seguro esta noche. Mis pasos eran sigilosos por los calles, y quiero admitir que me hacia el valiente ante tal situación.

¿Pero que más podía pedir?

Tenía lo que quería en estos instantes, la sonrisa de loco enamorado nadie me la quita, por estos momentos nadie, sigo mi camino pensando en lo hermosa que debe de verse mi querida novia, Tam. Estoy nervioso, lo admito, admito que ir por ella para cenar en un lindo parque me tenía con los vellos de punta, ¿era normal sentirse así? ¿a esto era lo que se le llamaba enamoramiento? Porque si es así, chicos, estoy enamorado de esta mujer tan bella que deslumbra mi vida día con día solo con su presencia.

Aquella era la chica de mis sueños, la chica de mi vida, la futura madre de mis hij... ¿qué carajos?

Mis pasos se detienen al notar a ese estúpido chico, de nuevo, fuera de la casa de Tam, escondido en uno de los árboles que adorna la estancia, mi cuerpo se hiela al ver ese cuerpo escuálido, ese cabello de color menta que no ayuda en nada si trata de esconderse en las sombras, su vestimenta de color negro no hace más que aumentar mis dudas, ¿Qué carajos hace él espiando la casa de mi novia? ¿Acaso, él...? Ah no amigo, búscate a la tuya.

—¡Hey! — logro por fin decir mientras me acerco ante su persona, y sí, es ese menudo chico, Min Yoon Gi, el amigo amargado de mi novia. Veo como su cuerpo se tensa al sentir mi presencia más cerca, mis pasos apresurados y llenos de molestia logran asustarle de por medio— . ¡Oye! ¡Vuelve aquí!

Mi voz furiosa suena como si fuese un relámpago lanzado por un Dios para matar al mundo, juro que si no fuera tan tarde, uno de los vecinos saldría a ver mí escándalo y me reprendería por ello.

Pero, vaya, mi suerte suele ser un grano en el trasero.

Mis pasos quedan siendo golpes furiosos que parecen querer romper el pavimento, corro a toda velocidad y desgraciadamente tiro las rosas para mi princesa al suelo al sentir que me estorban, lo siento Tam, pero ese imbécil no verá siempre la luz del día porque voy a matarlo con mis propias manos, yo voy a...

¿Qué carajos acabado de pensar?

No tenía idea de porque seguía siguiendo a aquel chico, lo que si sabía que es que la privacidad de mi novia era... ¿cómo se decía?... Ah sí, privacidad. Y nadie debía atentar en ella, a menos yo, claro.

Mi respiración se corta a menudo, mis pies piden que corra más rápido al ver como el chico de cabello color menta se escabulle por un callejón que para mi suerte, está completamente oscuro, y aún no comprendo como ese bastardo corre más rápido que yo.

Mis pensamientos también corren a prisa y sin pensarlo ya me encuentro en la oscuridad.

Mis pies no dejan de andar y mi mente me pide que no pare, no escucho ruido alguno mientras sigo mi trotar, tan sólo mi respiración agitada inunda mis oídos. ¿Cómo era posible que lo haya perdido así de fácil? Iba detrás de él, casi pisándole los talones. ¿Dónde se habrá metido?

La luz estrepitosa hace que pierda el sentido por un momento, gracias al cielo, logro seguir con mi caminar, porque sí, ahora camino con normalidad. Los faroles hacen que pare de repente percatándome de que soy el  único que transita por la nueva calle que esta frente a mis ojos, no la conozco, no conozco la calle y eso me altera.  Giro hacia atrás al ver que la oscuridad de nuevo invade mi estancia, no dudo en alejarme de ella y caminar hacia el callejón que ahora es totalmente desconocido para mi.

No hay nadie en la calle, más que mi presencia haciendo eco con mis pasos. ¿Dónde estaba el tipo metiche que invade la privacidad de mi novio?

¿Cómo es que se me escapo tan rápido?

Mis ojos pasan por todos lados mientras mis nervios aumentan de más, estaba solo y aquello me aterraba. Mi madre siempre me decía que cuando era pequeña, rogaba a ella y a papá que la luz de mi habitación no se apagara. Y ahora lo comprendía, la oscuridad era algún temor que no podía superar.

Era un grave problema que no lograba percibir, no hasta ahora.

—¡Maldito hijo de perra!

Mi cuerpo da un pequeño brinco del susto. Mi corazón comienza a dar brincos como loco, tomo aire en un santiamén para no morir ahí de un infarto.

Me sorprende aquel grito de odio haciendo que mis pies de repente comiencen a pedir a gritos que huya de ahí, pero no, no es para mí aquellas vulgares palabras, que si mi madre escuchará, lavaría con ácido aquella lengua

Logro alzar más mis orejas para ver de donde proviene esos sonidos de muerte, por un momento me olvido de mi propósito y lentamente me acerco a un nuevo callejón del cual profana aquella voz histérica. Con tranquilidad y sin ser descubierto, toco las paredes que me dejan ilustro ante la vista de quien sea que esté detrás de todo esto.

Mis pies no reaccionan de repente cuando la imagen llega a mis ojos, la bilis se me sube a la garganta y de repente siento que voy a vomitar, mis pensamientos negativos hacen que mi piel se torne fría, esto simplemente era una buena broma.

El padre de Tam yacía herido gravemente en el suelo mientras dos chicos le golpean con palos de golf en todo el cuerpo, le maldicen una y mil veces sin pudor, le hacen daño y yo me percato de ello sin darle una ayuda.

Pero... yo... ah, ¿qué debería hacer?

» ¿Que debería hacer para que tu y yo seamos felices, Tam?

Entonces, fue aquí, fue aquí donde tome la peor decisión de mi vida.

Donde nuestro infierno y problemas comenzaron a fluir.

Donde creíste que yo era el culpable de todo, y donde poco a poco te fuiste alejando de mi.

De nuestro amor.

Por qué sí, todo esto lo hice por ti, por amor.

Dulce Venganza; jjk #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora