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Seth quedó estático, algo extraño le estaba pasando, más allá del miedo que lo atravesaba como si fuera el filo de ese cuchillo, sentía unas terribles ganas de matar, y esta vez, no era el lobo quien le insinuaba a hacerlo. Y aunque la amenaza se estuviera enfriando frente a él, todavía quería hacerlo pedazos.
Reed se acercó a él, ni siquiera tenía palabras para decirle que se alejara por su propio bien. Seth estaba... Tan consternado... Su mente y cuerpo no conectaban de la forma apropiada, necesitaba algo y no sabía qué.
—Seth, tranquilo, todo terminó.
Sus palabras sonaron dulces en sus oídos, Reed se acomodó junto a él, alejados de la sangre que manchaba la hierba y del cadáver de Adrien Renan asediado por los suyos.
Arif no paraba de dar órdenes, comandando dos equipos de lobos que iban y venían cargando cuerpos y heridos. Los pocos guardias de Renan que seguían con vida ahora eran prisioneros del clan, el resto irían al equipo de detección de identidades.
Pasaron horas en el silencio del bosque que parecía envolverlo en una burbuja, hasta que vio a su amigo caminar hacia él.
—Me alegra que estés bien —dijo, su mirada deteniéndose en el corte en su rostro que aún no cicatrizaba.
—Gracias —respondió—. Lo estaría más si hubiesen llegado cinco minutos antes.
—Oh, disculpa, el tráfico fue terrible.
Arif sonrió, y los observó a ambos, Reed tenía las manos de Adrien marcadas en el cuello, el cabello revuelto y el brillo de lágrimas que se esforzaba por no derramar.
—Ya podemos irnos —anunció—. Ustedes dos irán conmigo y Alec.
Ahora, esto se sentía molesto, que cada par de ojos cayeran sobre él con lástima y enfado, le daban ganas de encontrar un agujero en la tierra y esconderse ahí... Pero no era un conejo, Adrien lo había marcado, no obstante eso no significaba que comenzara a afectarle. Podía con esto y con cualquier otra cosa.
Sin embargo al abrirle la puerta del todo terreno a Reed, su reflejo le mostró de una manera cruda el corte que transformaba su rostro. Y su aparente fuerza decayó.
Seth apenas era capaz de contener los temblores de sus manos, todavía tenía sangre seca, olía a hierro y muerte. Apestaba. De vez en cuando notaba la preocupada mirada de Alec en el espejo retrovisor.
No podía culparlo, su aspecto era espantoso, el maldito había logrado deformarle el rostro. Quería dejar de darle importancia, pero cada vez que levantaba la mirada ahí estaba el espejo que le mostraba la piel arrugada en una línea abultada que estaba comenzando a cicatrizar. El condenado lobo tenía razón, le quedaría una marca que ni su auto sanación podría hacer desaparecer.
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Atrápame [Serie Moon Fighters 3]
LobisomemReed Dickson está acorralada, entre la espada y la pared, debe recoger información delicada para salvar a su pequeña hermana, pero jamás pensó que tendría que traicionar a un hombre que se abrió a ella en cuerpo y alma. Seth Meyer está tentado, ent...