Capítulo 7: El sofá

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Fue cuando Jimin tenía 9 años cuando se dio cuenta de que no quería ser un niño huérfano, triste y devastado. Se dio cuenta de que ser como el resto de los niños era aburrido y monótono. Estudiar, trabajar, formar parte de una familia y jubilarse. Tener que vivir siguiendo esas motivaciones de alguna manera lo hacían sentir asfixiado, como si el mundo fuera tan pequeño que no existieran más opciones que esas.

Jimin acabó descubriendo que tenía opciones. Unas opciones que la mayoría de los niños de su edad no tenían y que hasta él mismo no supo que las tenía hasta ese día que encontró esa daga debajo de la cama de sus padres. Gracias a ese descubrimiento ahora está aquí, observando un hecho que derrumbaría todas las leyes de la física, todos los avances de la medicina y pondría patas arriba a todos los prestigiosos químicos.

A Park Jimin no le interesa nada de eso, él no cree en una verdad absoluta que lo explica todo, él cree en lo relativo, en ese algo que no está escrito en los libros de texto, en las palabras que siguen después de un punto y aparte. Él cree en todo lo que la simple existencia de Min Yoongi significa.

-¿Puedes dejar de hacer esta cara de embobado? –una simple pregunta lo saca de sus pensamientos. Yoongi se encuentra justo delante suyo, con la apariencia de un chico muerto normal. Lo más normal que puede parecer alguien muerto con la piel tan blanca y que minutos antes era simple polvo en el aire.

-No debiste de haberme sacado de allí –se escucha a él mismo decir.

-Puedo hacer lo que me dé la gana.

-No te perjudica que los saque a todos de allá abajo –replica. –En realidad no te afecta en lo más mínimo.

-Te podrían haber matado ¿y sabes qué significa eso? Tienes un ego demasiado grande si es que piensas que habrías podido tú solo con todos ellos –le responde fríamente dándole la espalda y avanzando lentamente hacia el salón. –Además, no quiero oír tu espíritu gritando por las noches. Sería molesto.

¿Molesto? Solo sería un grito más entre los 50 que emiten el resto de los muertos, un grito no marcaría la diferencia.

Yoongi esta vez no avanza flotando sino que arrastra sus pies por el suelo sin hacer ningún ruido. Jimin lo sigue hasta el salón y ante su sorpresa lo encuentra sentado en el viejo sofá mirando a la nada. Esa simple acción le parece tan cotidiana, tan increíblemente humana que hace que Jimin se sienta perdido durante unos segundos

El dueño de la daga recorre el salón con la mirada, sorprendiéndose de que el sitio no esté completamente a oscuras, la luz de fuera se filtra por los tablones de madera provocando que haya cierta luminosidad, la casa pasa de ser oscura y triste a teñirse de un marrón claro, antiguo pero más agradable.

Se acerca donde está sentado Yoongi y aunque su instinto le dice que lo más normal sería sentarse a su lado, algo en eso le parece muy raro. Le gustaría preguntarle a alguien quien también haya pasado por ese momento de duda para pedirle consejo, pero probablemente no existe persona en el mundo que haya compartido sofá con algún espíritu.

-El sofá aún no se ha comido a nadie si eso es lo que te asusta –le avisa Yoongi con un tono de voz débil y tranquilo. Si quería sonar sarcástico, no ha funcionado muy bien.

-Gracias por la aclaración –dice mientras se deja caer en el sofá cubierto de polvo. Está demasiado cansado como para estar de pie mucho rato, a la mierda las situaciones raras. Que nunca se haya sentado a charlar con un fantasma no significa que no haya una primera vez.

-¿Por qué has venido? –la pregunta de Yoongi es clara y rápida, Jimin pensaba que la respuesta también lo era.

-Para recuperar mi daga –le contesta.

Ghost Hunter {Yoonmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora