[[-Matarme, no olvides nunca cuál es tu objetivo principal, Jimin. -le interrumpe sonando realmente cansado, como si le hubiera repetido esa misma frase mil veces.
-No lo he olvidado -contesta Jimin, nota su voz temblar y sabe que miente. Solo esper...
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Oquedad: espacio que en un cuerpo sólido queda vacío, natural o artificialmente.
El matrimonio Min se había esforzado siempre para garantizarse una vida tranquila y sin muchos problemas. No fue realmente difícil porque gozaban de una buena fuente de ingresos y el dinero nunca fue realmente una preocupación para ellos. Tampoco nadie del pueblo en el que vivían podrían poner en duda lo mucho que se querían.
Serían la pareja perfecta, la envidia de todas las jóvenes doncellas que aún buscaban marido si no fuera porque años después de contraer matrimonio, un pequeño pero importante deseo despertó en ellos y poco a poco lo fue acaparando todo.
Querían un hijo.
Formar una familia sería el punto y aparte de sus perfectas vidas, pero por mucho que lo intentaban este no llegaba. Esto no hubiera sido el inicio de la decadencia si no fuera porque finalmente decidieron que adoptarían al que sería el futuro heredero de todas sus fortunas.
Su hijo llegaría de China y decidieron que querían mantener el nombre que le puso su madre primogénita. Kim Seokjin. Lo vieron como suyo al instante en el que lo cogieron en sus brazos. Era un pequeño de piel blanquecina y ojos grandes, la sonrisa que les mostró cuando se despertó de ese largo sueño hizo que la señora Min se enamorase de nuevo. El matrimonio Min nunc se hubiera imaginado lo mucho que amarían a este hijo, aún sin ser de su sangre, pero lo hicieron y esa familia perfecta que tantos años habían estado deseando, por fin se hizo realidad.
Cuando Seokjin cumplió 3 años, un nuevo miembro de la familia llegó a sus vidas. Fue inesperado y completamente imprevisto. Tener otro hijo no estaba en sus planes ya que la pareja pensaba que estaban incapacitados para hacerlo, pero Yoongi llegó sano y salvo, y el primer llanto formado con esos ya rojizos y delgados labios volvió a iluminar la vida de esa familia ya formada.
A diferencia de lo que podrían pensar los que no conocieran bien al señor y señora Min, los dos querían por igual a sus dos hijos y estos crecieron sin falta de nada. Se volvieron buenos amigos, hermanos de sangre aún sin serlo.
Seokjin siempre fue diferente. Era un chico con gran talento e inteligencia, amable, responsable y con un corazón que casi no le cabía en el pecho. Muchos lo habrían descrito como el chico perfecto, el futuro heredero de la herencia de los Min aun siendo un hijo adoptado. Pero muchos también ignoraban lo que hacía diferente a Seokjin, una cualidad que muy pocos tenían.
Seokjin podía hablar con los muertos.
Y es que eran muchas las veces en las que Yoongi descubría a su hermano hablar solo, riendo de los chistes de nadie o mirando hacia alguna parte en la que cuando Yoongi miraba, no había absolutamente nada. Cuando eran pequeños, Yoongi no entendía lo suficiente para preguntarle sobre ese raro comportamiento, pero cuando fueron creciendo y se fue dando cuenta de que esas cosas raras que hacía su hermano no desaparecían sino que se intensificaban, Yoongi decidió que quería saber más.
