❛0011.❜

34 10 8
                                    

—ricky.

—¿Eres gay o no? —preguntó finalmente sosteniendo la bebida con solo una de sus manos.

Negué. —Bisexual.

Mauro asintió levemente sin mucha importancia. —Pero, ¿Te gusta Jaime o te gusta Andrik?

Una gran duda que no me había dejado dormir, ahora que conocía más sobre ese chico que siempre andaba con el cabello recogido y con un rostro serio y deprimido.

—Es difícil, Jaime me fascina, se me hace como la chica que siempre he querido pero esque él…—suspiré.

—Rick…—Vinny interrumpió tocándome el brazo. —Si saldrás con él, solo para levantarle el ánimo, entonces hubiera sido mejor que murieras en el accidente.

Bajé la mirada dándole un trago al fuerte café que dejaba ver la bozorola al puro final de la taza.

—Tienes mucha razón.

Vinny sonrió orgulloso.

(…)

Entré al pabellón de emergencias, esperando no toparme con el chico y ver solamente a Jai, para poder invitarla a salir pues quería conocer más de ella.

—Buenos días cariño. —sonreí.

Ella sonrió y tomó la rosa con cariño, besándome rápido. —Ricky, que lindo, gracias.

Asentí. —¿Qué tienes que hacer hoy en la tarde?

Ella miró una pequeña libreta de las tantas que habían en ese escritorio y sonrió.

—Salgo a las cuatro que termina mi turno. —chilló con una sonrisa y salió de detrás del escritorio solamente para abrazarme.

Correspondí, era una chica encantadora.

—A~andrik nos vió. —murmuró en mi oído.

Sentí un ardor en mi pecho que hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas. Maldita sea, quiero ir a besarlo y hacerlo mío en este momento pero Jai se está ganando mi corazón de forma rápida.

—andrik.

Cerré los ojos y me di un golpe en el pecho, sosteniendo con fuerza el algodón.

—¿Se encuentra bien? —preguntó el joven chico que estaba sentado en la camilla con una ceja partida.

Asentí. —El amor. —reí.

El castaño rió, olvidando por un momento ese dolor en su ceja. —Me sucedió una vez que había conocido una chica joder, hermosa! Comenzamos bien y de repente la muy zorra comenzó a salir con otro chico, de la nada y decidí demostrarle que yo no era un imbécil.

Asentí mientras le ponía un puente en la ceja. —Listo y que bien por tu historia.

El chico asintió.

Finalmente el chico se fue, me dirigí hacia el escritorio para ver si había otro paciente o podía irme a tomar algo de agua. Estaban ahí, conversando de forma tranquila.

—Hola. —dijo él.

Moví mi mano en forma de saludo con un nudo en la garganta.

ɴᴜᴍʙ┊ʀɪᴄᴋʏ ᴏʟsᴏɴ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora