Capitulo 26. Sol y arena

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Un fuerte ruido se oyó y la puerta de la entrada cayó con un golpe sordo. Todos en la casa se alarmaron menos una persona. Ese hombre de cabello azabache y en cuyo semblante se reflejaba con mayor facilidad el pasar de los años, tenía una expresión de total serenidad, incluso cuando la más pequeña de sus hijas había tomado lo más cercano que tenía a la mano para defenderse él siquiera se había movido de donde estaba.

-¡VIEJO!- se oyó por el pasillo al compás de unas pisotadas que parecían de elefante

-Papa ¿que está...?

-¡¿PORQUE ME DIJISTE QUE DEBÍA HACERLO YO SI DE TODOS MODOS LO HARÍAS TÚ?!

-¿papá, de qué está hablando Ichi-nii?- preguntó desconcertada la más pequeña de la familia

-Este infeliz me hizo hacer el ridículo. Me dijo que debía invitar a Inoue al viaje. Pase más de un día pensando en la forma de hacerlo y para que, para que cuándo lo hice ella ya sabía y hasta planes al respecto tenía.

-¡Ah! Con que eso era lo que no le habías dicho...- comentó Karin pasando la mirada de su padre hasta su hermano.

-Ichigo- dijo Isshin serio pero con voz suave

-¿qué? Ni se te ocurra decirme que...

-¡Ichigo!- dijo Isshin ya alzando la voz, en automático Ichigo guardó silencio. Era verdad que casi siempre peleaba con su padre, pero era más una forma torpe de demostrarse su afecto que pelear en sí. Pero esta vez era diferente, el tono grave de voz que Isshin estaba usando en ese momento no denotaba ni una pisca de ironía y sus tres hijos lo percibieron de inmediato- ¿quieres saber porque lo hice? Lo hice porque se que Orihime es una muchacha muy bien educada y seguramente si no se le hacia una invitación formal no hubiese aceptado.

-¿formal?- preguntó indignado el pelinaranja- pero si solo se lo comentaste por teléfono- el semblante de su padre reflejó duda.

-Bueno, lo importante aquí es que te esforzarte en la invitación que tu le hiciste y eso es lo que cuenta- dijo su padre señalando la mochila donde Ichigo había guardado horas antes los obentos, acto reflejo Ichigo se sonrojo y esto dio pie a que los comentarios de su padre y hermanas comenzarán a bombardearlo.

-¿enserio?- preguntó asombrada Yuzu- ya decía yo que era raro que me pudieras consejos de cocina.

-¡oh, con que eran para ella!- dijo juguetona Karin

-Basta Karin, no hay necesidad de hacer eso- pidió amablemente su padre al notar la forma en la que su hija había hecho el comentario- sea como sea tu hermano se esmeró.

-¿y que te dijo Ichi-nii? ¿Aceptó?

-Si- contestó fastidiado él. Dejó sobre la barra de la cocina las cosas de los obentos que llevaba en su mochila y caminando sin mirar a nadie agregó- bueno, como ya todos tenemos lo que queríamos saber me retiro a mi habitación-y sin más se marchó.

Ichigo estaba más cansado que molesto y luego de haber vaciado el resto de cosas que llevaba en su mochila, sacó un par de prendas de su closet para ir a tomar un baño.


Finalmente llegó el día y una impaciente Orihime estaba en el marco de la puerta de su departamento esperando a que arribara el auto de los Kurosaki a su condominio. Eran tan solo las siete de la mañana y como era el último día laboral de la semana era necesario salir temprano, para no quedar atascados en el tráfico de la carretera. Cuándo el vehículo arribó tomó sus cosas, cerró la puerta de su casa y fue escaleras abajo.

-Vamos Ichi-nii
-Ya voy, ya voy- contestó él malhumorado, sus hermanas no habían dejado de atosigarlo desde la noche anterior sobre las atenciones que debía tener con Orihime.

La princesa de las fresas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora