Capitulo 3. Secuelas

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En aquella área no había quedado nada, solo destrucción y muerte. El ambiente que inundaba el lugar era de soledad y vacío. Todas las chozas que una vez habían dado forma al Distrito Rukongai ahora no eran más que una mezcla de tierra, trozos de madera y piedra dispersos por todo el área.

Un hombre alto con el Hakama negro de shinigamis recorría la zona en búsqueda de algún superviviente. Llevaban los últimos tres días haciendo una revisión del perímetro y en su camino solo habían logrado hallar cuerpos sin vida, almas que habían sido victimas en el primer ataque de los Quincys. Sin duda alguna, la guerra contra ellos había representado la mayor adversidad que el Gotei 13 había enfrentado en los últimos 1000 años; ni siquiera la última guerra sangrienta había supuesto una pérdida de vidas de tal magnitud. Llevaría meses, incluso años su reconstrucción.

-¡Teniente!- gritó un varón que corría en dirección a aquel hombre cuya cabellera pelirroja, tan larga que habitualmente no solo caía sobre su espalda y hombros sino que inclusive parte de ésta lograba cubrir el emblema de la Camelia; ahora llevaba dicha melena envuelta en un vendaje blanco, dicho vendaje había sido incapaz de que un par de mechones salieran entre los pliegues del vendaje.

-¿Qué ocurre?

-Hemos encontrado un superviviente

-¿En dónde?-preguntó con seriedad

-En el suoreste de este distrito, cerca del sector 4

-Llevenlo inmediatamente a las instalaciones del cuarto escuadrón-ordenó.

-El cuarto escuadrón no cuenta actualmente con el espacio suficiente para recibir heridas.

-Entonces llevenlo al Palacio Kuchiki

-¿Al palacio?- preguntó desconcertado el shinigami

-Así es. El capitán Kuchiki ha dado la orden de mantener abiertas las puertas de todas las instalaciones del sexto escuadrón, incluido el castillo.

-Vaya- expresó el shinigami del cuarto escuadrón- el capitán kuchiki si que ha cambiado- hizo una breve pausa mientras que apartaba la vista hacia un lado- ahora que lo pienso bien, todo ha sido desde la llegada de Ichigo Kurosaki y compañía, quién diría que un ser humano pasaría de ser un ryoka a un gran aliado.

-Si, quien lo diría...-lo secundó Renji con una pisca de orgullo en su voz.

Era lógico, después de todo,él y el pelinaranja se habían convertido en grandes amigos. Pero esa expresión de satisfacción desapareció ante un fuerte dolor de cabeza que lo empezó atacar con la guardia baja.

-¡Teniente Abarai!- dijo el shinigami alarmado

-Estoy bien- respondió Renji con dificultad.

-Será mejor que regreses y guardes reposo- insistió una voz femenina desde detrás de él.

Al girarse para ver a quien pertenecía aquella voz no pudo quedarse estupefacto. Aquella mujer no parecía la persona que meses atrás los había entrenado y acompañado en las arduas batallas. Esa mirada que apenas hace unas semanas atrás estaba llena de confianza, fuerza, seguridad y picardía, ahora solo reflejaban el gran daño que la guerra había tenido en ella. Daño que cualquiera podía notar en aquel brazo mecánico que aun debajo de aquellos guantes negros se marcaba lo suficiente como para distinguirse del derecho que aún conservaba en su totalidad.

-¡Y-Yoruichi-san!

-¿No me oíste?-prosiguió la mujer- si no quieres hacerlo por ti hazlo por Rukia, acaba de despertar.

Esto último causó una gran sorpresa en el pelirrojo, pero aún cuando quería salir de ahí lo antes posible, sabía que no debía, había recibido ordenes de encabezar el grupo de búsqueda y rescate de aquel distrito del que él y su amiga habían crecido. Además, no había quien lo pudiese relevar en el puesto, así que solo se hirgió para intentar ocultar su mala condición y dijo

-Me alegro de oír eso- esbozó con una leve sonrisa- pero tendré que ir más tarde.

-Bien, iba en dirección a la sala principal de juntas y oí a un par del cuarto escuadrón que hablaban sobre el recobro de consciencia de la teniente del décimo tercer escuadrón. Luego te vi, así que decidí avisarte.

-Gracias-exclamó Renji

-Bueno, pues entonces me marcho. Debo llegar lo antes posible, de lo contrario el Comandante General empezará a embriagarse- dijo la morena poniendose una pañoleta de color negro sobre la boca, lo que terminaba cubriendo la mitad de su rostro, solo dejando expuestos sus grandes y bien pintados ojos color ámbar- y por cierto Abarai-kun- comento mientras terminaba de alistarse para su partida- la lastima no es algo que deberías sentir por los demás, mucho menos por tus superiores- y desapareció tras el uso del shumpo.

-¡¿...?!

Ante esa última frase el pelirrojo no pudo evitar inquietarse. ¿Es que acaso había sido demasiado obvio? Y de así serlo...¿Porqué Yoruichi había permitido semejante grosería? No lo entendía, pero sabía que tendría que disculparse la próxima vez que se topara con ella.

La princesa de las fresas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora