Besos de Mermelada » Min Yoongi [Completa] ✔️

Capítulo 43 🖤

Me dejo caer en la grada, centrada sumamente en lo que acabo de ver. Mi cabeza no deja de hacer cálculos. ¿Cuántos meses podría tener? 

Min nota mi repentino estado de ánimo, se arrastra hasta colocarse a mi lado.

—¿Pasa algo? —Siento su mirada atenta en mí. Mi mirada se mantiene en mis pies—. ¿Es por lo que pasó hace un momento? Si es así, lo siento. Podemos hablarlo.

—Yuna está embarazada.

—¿Qué? —De inmediato su rostro se desencaja.

—La vi en el baño. Usa una faja para que nadie se dé cuenta. Su barriga era más o menos de este tamaño. —Pongo mis manos entrelazadas delante de mi barriga—. Como unos cuatro meses. Es adorable que vaya a tener un bebé, pero ¿qué crees que diga su familia o la escuela? Ella debe estar muy mal.

—Cuatro meses... —Caigo en cuenta que no me está dando la suficiente atención, que está centrado en sus pensamientos. De pronto suelta—: No me jodas, han pasado cuatro meses. Debo estar calculando mal.  Ella no... ¿Es correcto lo que viste? Dime que viste mal, Seonmi.

—Ella estaba en el baño... Yo la vi... —Sus pupilas tiemblan, me ha tomado de los hombros. Su mirada asustada me transmite lo que está pensando.

Tonta. Tonta. Tonta. ¡Es verdad! Yoongi y ella... No quiero decirlo.

—¿Te das cuenta de lo que puede pasar? —Sé la respuesta, pero no quiero decirla ni escucharla. No quiero afrontar nada, estoy asustada—. Maldición, tengo que hablar con ella.

Echa a correr al edificio, voy atrás de él luego de tomar mi mochila y la suya. Corre tan rápido que me cuesta alcanzarlo.

Encara a Yuna justo cuando sale del baño, con el uniforme perfectamente puesto, como si no llevara un bebé de probablemente cuatro meses. La toma de los hombros y la acorrala a la pared. Me debato en si acercarme.

Simplemente mantengo mi distancia.

—¿De quién es? —Él pregunta, en una mezcla de corage y susto.

—¿De qué...?

—¡Dime de quién es!

—Genial, Seonmi, ya fuiste con el chisme. —Me clava una mirada molesta, en la cual prefiero quedarme callada.

—Déjate de tontería y dime de una vez. —Gruñe.

—Sueltame. —Ordena. Lo empuja, liberándose de su agarre—. No voy a decirte nada, ese no es tu problema.

—Es mi problema hasta saber de quién es ese bebé. ¡Maldición, que me digas!

—¡Que no voy a decirte nada! ¡¿Por qué tendría que decírtelo si ni siquiera te interesa?! No actúes como el chico responsable, porque no lo eres. ¡Es mi maldito problema y yo veo lo qué hago con él!