Capítulo 9

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Las siguientes horas fueron una pesadilla para ambos rubios.

Sting había cambiado demasiado, además de tener la apariencia de una enorme lagartija, ahora era mucho más alto que Lucy, le sacaba al menos una cabeza y media. Eso activo la investigadora interior de la bruja.

Tomo un nuevo libro de apuntes y comenzó con las cosas básicas de siempre: tamaño, peso, complexión, resistencia...

"Fecha: Y0550 Archivo: 0000001A

Nombre: Sting Eucliffe

Edad: Desconocida

Masculino

Magia: Luz

Resumen: Actualmente el especimen tonto cuenta con una altura de 1.89 cm y un peso de 60kg.

Cabello rubio y ojos azules, extrañas protuberancias en la cabeza, orejas con puntas triangulares, sensibilidad aumentada y audición desarrollada.

Cambio de estructura ósea en diversas zonas del cuerpo. Crecimiento de dos "alas" en la parte superior de la cabeza con una longitud de un metro, membrana interior de textura suave y delgada. Escamas por toda la superficie de la piel de tonos platinos y blancos, cubriendo un 85% del cuerpo masculino.

Masa muscular aumentada en un 30%, vista y olfato aumentados en un 70%.

Se cree que, a causa de la magia contenida por un año, el tonto creció de manera descontrolada hasta obtener una apariencia simular un adulto. Se aumentó considerablemente las habilidades y rasgos físicos del sujeto. Excepto la cerebro, parece seguir con la cabeza llena de aire..."

— ¡Hey! Eso fue ofensivo, bruja.

— Oh cállate, son mis anotaciones. Tú ni siquiera deberías estarlas leyendo. —Cerró el libro de un golpe mirando mal al chico frente a ella.

Tuvo que hacer uso de las sabanas de la cama para poder confeccionarle una suerte de pantalón que lo cubrieran mientras pensaban en qué hacer con su repentino cambio. De ser un niño de doce años, ahora era un tipo que con suerte tendría veinticinco años. Alto, rubio, musculoso, simpático...

— Deja de comerme con la mirada, bruja pervertida. —Hasta que abría la boca.

— No te miraba, te inspeccionaba. —Se defendió algo nerviosa.

— No lo adornes, eres una pervertida y ya. —Dio media vuelta para sentarse en la cama— Sabes que sigue ¿Verdad, pervertida?

— ¿De qué hablas? —Guardo el libro en uno de los cajones del escritorio, cerrándolo con llave.

— ¿No se supone que tú eres la lista? —Cruzó los brazos— Te lo explicaré lentamente, a ver si logras entenderme —Se burló viendo la cara femenina— Ahora me abres la ventana y me dejas ir.

No lo diría, pero con su nueva voz, ronca y masculina, sus piernas temblaban un poco. Si ya antes creía que la voz de Sting era atrayente, con su nuevo tono, era simplemente cautivadora.

Agito su cabeza para alejar la neblina que le causaba ver y escuchar a Sting.

— ¿Qué? —Lo miro confundida— ¿Qué estás diciendo?

— Nada complicado, me abres la ventana y yo me largo de aquí con mis nuevas alas —Las señalo con su pulgar— Así de simple.

— ¿Si quiera sabes usarlas?

Niño BersekerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora