Capítulo 7 : Peligro inminente

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Himawari se despidió de su hermano, le dejó avisada a la mucama Asako que le traería la tarea y que Kawaki la copiaría por él. Boruto estaba dormido cuando ella sola se dejó el recado, tenía el cuerpo hirviendo, todavía tenía fiebre muy alta y no bajaba desde anoche. Suspiró. Solo rogaba que no terminara hospitalizado como otras veces, porque la fiebre en ocasiones podía subirle a más de 38 y eso era un problema. La peliazul ya estaba acostumbrada a ligar con todo esto casi, prácticamente, sola. Con excepción de que Asako y alguna que otra mucama, siempre la ayudaban. Su madre casi nunca estaba en la casa y su padre vivía viajando. ¿Qué tipo de padres eran? Tapó a su hermano hasta la nariz, se colgó el bolso y terminó de arreglarse. Al menos estaba contenta porque iría al colegio junto con Kawaki. Era un avance.

Le pidió a Hirusan que por hoy la dejara caminar hasta el colegio, después de todo, no quedaba tan lejos. Le daba vergüenza ir en limusina cuando estaban muy cerca del establecimiento y, además, Kawaki iría con ella. Cerró la enorme reja de la residencia Hyuuga y el sol de la mañana le pegó en la cara con fuerza. Quizá hoy habría un poco de calor. Se planchó la falda del instituto, el cual era a tablillé de color verde y acomodó su moño. Sonrió y, finalmente, partió hasta el lugar de encuentro que era a media cuadra, es decir, en la siguiente esquina.

Al bajar la primera cuadra de la colina logró localizar enseguida al dichoso joven. Su peinado tan particular le hacía imposible no verlo a la distancia. Extendió su mano y la sacudió con insistencia, estaba emocionada, más de lo normal. Se detuvo frente a él y le sonrió con dulzura. Kawaki le devolvió el saludo con el mentón, en silencio, acto seguido metió sus manos en sus bolsillos del pantalón a cuadros. Continuaron la caminata en línea recta.

—Pensé que Boruto nos acompañaría, ¿acaso se quedó dormido?

—Mi hermano sigue con fiebre. Por eso va a faltar por hoy—suspiró.

Su frente en alto, sus ojos grises brillan, pensó Himawari. Sus facciones eran delicadas aún sabiendo que su aspecto lucía todo lo contrario. Ahora se percataba que tenía dos aretes en su oreja derecha y dos más en la ceja izquierda. Lo hacía ver incluso más varonil. ¿Acaso era una moda? Podía ser, no era raro ver chicos de su edad con esas pintas, sacudió la cabeza. Kawaki siguió con el interrogatorio, quería comprobar lo que decía Metaru sobre ella.

—No sabía que eras una modelo.

Himawari se detuvo en seco y sus mejillas se tornaron, totalmente, rojas. ¿Modelo? Se volteó hacia el chico y lo miró perpleja. ¿Cómo sabía eso? Sus nervios crecieron. Y dijo algunos balbuceos casi incomprensibles. Le daba vergüenza.

—¿De dónde sacaste eso?—preguntó atolondrada.

—Mi compañero de cuarto me lo dijo—explicó con pausa y sin pena—. ¿Acaso es mentira?—su tono de voz lucía inocente. Y si lo era en cierto punto.

—Es verdad—tartamudeó y corrió sus flequillos detrás de sus orejas—. Solo que no lo hago porque me guste, sino cuando las revistas de modas y o de política me lo piden. Es algo de Marketing. Mi familia lo hace siempre y como soy la única mujer, no puedo negarme—suspiró—. Prefiero otro tipo de actividades. Además no me considero una mujer refinada.

Eso lo dejó azorado. Era la primera vez que conocía un punto sobre ella que le daba vergüenza. Empezaban a conocerse. Le agradaba. Era una chica sincera.

—No sabía que hacías eso—musitó y siguió mirando al frente—. ¿Y qué otras cosas haces?

—Bueno—buscó enumerarlos—. Sé danza y música clásica, sé varios idiomas, pero lo que más me gusta, son los deportes como las artes marciales. Particularmente el Kendo o el Aikidou.

El Próximo Legado (BoruSara) (KawaHima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora