Aves de paso

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No todo es malo aquí.
Hay mucho que decir, tengo tanto que agradecer y de tanto que hablar con personas que desgraciadamente hoy ya no forman parte de mi presente, pero que me dejaron con grandes enseñanzas, así es como hoy, hoy escribo para ti, Ángel.

Todavía recuerdo como te conocí, como llegaste a mi, mientras caminaba sin ninguna preocupación por la vida, tu hermosa voz inundó mis oídos con una interpretación magnífica de la triste canción de radiohead, cuando voltee a la tarima, simplemente, eras un ángel.
Frágil y bella como una muñeca de porcelana, tu complexión delgada, parecía que esa chica se rompería en cualquier momento, poseedora de la piel más blanca que he visto, tanto como la fría nieve, pero tu pasión, corazón, fue lo que me llevo al paraíso. El como te desvivias al cantar en ese momento, me hizo esclavo de tu acto.

Las cosas pasaron, tarde 3 años, pero me acerqué, por fin estaba cerca de ti.
Tanto era tu frío que me paralizaba, y con tu calidez me calentabas, me enseñaste a disfrutar de los pequeños momentos, a estar por y para alguien de verdad, contigo conocí la lealtad y el miedo, pero más que nada te agradezco algo en especial.

Tu eres inocencia y paciencia, 8 meses estuve en busca de tu amor, cuando siempre se encontró frente a mi, me enseñaste a no vivir bajo una etiqueta, corazón, no fuimos nada y lo fuimos todo, los dos sabemos eso, y me siento mal, lo aprendí demasiado tarde. Culpó mi maldita inmadurez, me culpo por que ya no estás, pero no me puedo hacer responsable de las obras del destino.

Aún recuerdo con nostalgia tu sonrisa, tan radiante como un amanecer, a tu despreocupación que me causaba tranquilidad infinita. En mi vida, fuiste sólo un ave de paso, pero créeme, siempre estarás en mi corazón.

Gracias.

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