Una línea delgada // The Thin Line [COMPLETA]

Capítulo 25

MARATON (2/?)

Un error de publicacion nenas .. los publique alreves .. sorry.. 

Kongpop POV

—He terminado de pensar.

¿Por qué este hombre frunce el ceño tanto? ¿Y por qué le gusta tener estas confrontaciones en medio de la noche? ¿Las personas que están a punto de confesar su amor eterno tienen una expresión tan amarga en su rostro? No me gusta cómo se perfila esto y aún no hemos empezado.

—Entra primero.

—No, estoy bien. Esto no tomará mucho tiempo

No está bien. No está bien.
No es bueno en absoluto.

—Entonces... uh...

—Estoy bien con que te guste.

—¿Eh?

Y luego asintió con la cabeza hacia mí, se suponía que eso significaba algo y se dio la vuelta para alejarse antes de que me despertara de golpe y corriera a agarrar su brazo antes de que me dejara con esa vaga respuesta.

—¿Qué dijiste?

—Dije que esta bien si te gusto.

—Uh... ¿Gracias?

—De nada.

Y una vez más, se movió para regresar antes de que lo empujara hacia mi apartamento y cerrara la puerta con fuerza detrás de nosotros, evitando que se fuera antes de darme una respuesta de más de 6 palabras.

—¿Qué significa eso?

—¿Qué parte no entendiste?

—Todo y nada. ¿Eso es todo lo que tienes que decir?

—Sip.

—¿Una semana entera y eso es todo lo que se te ocurrió?

—Sip.

—¿Te tomó una semana darme permiso para que me gustaras?

—No, me tomó una semana averiguar si se trataba de una broma elaborada tuya.

—¿Oh? ¿Qué has concluido?

—Que te gusta mucho tu piel como para arriesgarte a que te despelleje vivo si esto es una broma de tu parte. Y tampoco creo que te rebajarías a tal nivel.

—Bueno, es bueno escuchar eso, supongo. Pero, ¿qué piensas de que me gustas?

—Acabo de decirte.

—No, quiero decir, ¿cómo te sientes acerca de que me gustas?

—No lo sé todavía.

—Oh, por el amor de Dios, no me digas que todavía estás pensando en eso.

—Si.

—Vamos P', ¿no has pensado ya suficiente?

—¿Qué quieres que diga? Soy tu jefe. Tú eres el hijo de mi jefe. Hemos estado en la garganta del otro durante años. Y luego me emborracho y me lanzo sobre ti. Ni siquiera sé por qué hice eso. Y luego me dices que te gusto de la nada. Todo esto es tan confuso. No sé qué pensar al respecto.

—Puedo ayudarte a resolverlo.

—¿Cómo?

—Tal vez puedas darnos una oportunidad.

Su ceño fruncido se hizo aún más profundo de lo que era hace cinco minutos, prácticamente reflejando el mío. Se fue por una semana, dejándome en un intenso suspenso sobre cuáles eran sus verdaderos sentimientos y regresó absolutamente vacío.