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-Pues ese cabrón va a morir por deshonra y traición a la corona – habló Samuel – y tu castigo lo decidirá tu marido.

- Sigues siendo virgen? – ella se quedó en silencio – contesta – le gritó y ella negó con la cabeza para el asombro de todos – pues serás encerrada durante el resto de tu vida.

-Noo – gritó Madeleine – no me hagas eso por favor, haz lo que quieras conmigo menos eso.

-No quieres ese castigo? – ella negó con la cabeza mientras se limpiaba las lágrimas de los ojos – pues durante los siguientes dos años y volverás conmigo, a tu nueva casa.

Ella seguía negando con la cabeza pero ninguno le permitiría hacer cualquier tontería, nadie le permitiría decir que no. Connor directamente se la llevó del brazo. La subió a un caballo y junto a sus hombres se marchó. La boda no seguía, ya que a Kamila nadie la conocía y aunque fue una boda doble, la celebración era para la hermana del rey. Nosotros seguíamos en el despacho.

-Tú sabías algo?

-No hijo, yo no sabía nada. – su madre estaba apenada, avergonzada

-Pues ya está, mañana enviaré un hombre que informe al pueblo que la princesa ha sido castigada a dos años de encierro.

-Samuel – me miró – iré a ver a Eros.

Asintió y yo salí dejándoles hablar. Sinceramente era vergonzoso lo que Madeleine había hecho y ahora quizás había un niño sin culpa alguna en camino. Me dirigí a la habitación de mi pequeño y lo vi dormir igual que un angelito. También pensé en mi otro bebé, como estaría, como sería. Sabía que su padre lo cuidaría bien pero, no lo tenía conmigo.

-Estás bien? – me giré y Samuel estaba ahí – estás pensando en tu bebé – me limpió las lágrimas de mis ojos – lo cuidará bien, está bien.

-No es justo lo que me ha hecho, no se lo podré perdonar nunca. Ni siquiera me dejó verlo.

Me dejé abrazar y después de mirar otra vez hacia la cama de Eros, salimos.Al día siguiente por la mañana en casa había un gran revuelo. El padre de Connor se encontraba ahí pidiendo explicaciones. Solo sé que se encerraron en un despacho y salieron luego por la noche. Kamila en cambio se fue a su nueva residencia junto a su marido y su hija. Pasaron varios días en los cuáles Samuel estaba más tiempo encerrado en su despacho que haciendo otras cosas. Su madre decidió marcharse, necesitaba tiempo a solas y yo junto a Eros pasaba los días tranquilos. Decidí junto a él y Meredith, dar un paseo en caballo.

-Se encuentra bien Majestad?

-Beth, Ibeth o lo que sea – la volví a corregir – si, estoy bien, pero me siento asfixiada, desde que ocurrió lo de Madeleine todo se ha vuelto muy triste.

-Así es, creo que esa muchacha desvergonzada daba alegría. – yo asentí mirando hacia el claro donde Eros estaba jugando. Me fijé más y me di cuenta de que estaba hablando con alguien, así que me acerqué a él.

-Cariño – ignoré lo mal que me encontraba y me acerqué a él – qué haces aquí ¿

-Estaba hablando con la tia Madeleine – miré alrededor y no había nadie.

-La tía Madeleine no está aquí cariño.

-Si mamá, está a tu lado – señaló con el dedo a mi derecha, miré y no veía a nadie.

Me desperté en el sofá que había en la biblioteca, creo que me había desmayado.

-Ibeth, acaba de llegar una carta, Madeleine está en coma, ha intentado suicidarse.

IBETH. Saga BethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora