Novena Entrada

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Kuramochi lo observo a detalle, en verdad estaba ahí, igual que el miedo que seguía haciendo ruido en el fondo de su cabeza y no le permitía reaccionar.

-¿por que estas aquí?

-que no es obvio, ya te lo había dicho quiero estar cerca de ti - Youichi se removió en su cama y dejo de mirarlo

-no recuerdo haberte dejado

-pero tampoco dijiste que no y me voy a aferrar a cualquier vacilación tuya para hacerte entender que no voy a rendirme

-mmm... te tomo algo de tiempo -susurro mas que nada para si mismo pero en una habitación tan silenciosa era como si lo hubiera gritado

-¿me extrañaste? -Youichi se sonrojo y desvió la mirada, no podía negarlo

-no dije eso

Pero no hacía falta para Miyuki había sido suficiente aquel tinte en sus mejillas. Soltando un suspiro termino de entrar en la habitación. En la anterior ocasión sus propias emociones lo sobrepasaban como para notarlo, pero le sabia extraño entrar en aquel espacio. No era unicamente de Youichi y saber que Mei también la ocupaba, hacía que por su cabeza pasara la idea de estar haciendo algo malo.

Ni siquiera se permitió detenerse en aquella idea, de lo contrario podría arruinar lo que estaba consiguiendo. Era demasiado valioso aquel momento como para desperdiciarlo en pensamientos innecesarios y que no lo llevaban a ningún lado. Haría lo que sus impulsos le exigían.

Se subió a la cama bajo la atenta mirada de Youichi, quien a pesar de seguir manteniendo cierta distancia, ni protesto ni se lo impidió. Se acomodo a su lado y con movimientos sumamente cuidadosos giro a Kuramochi. Lo acerco hasta su pecho para después envolverlo entre sus brazos. Youichi se dejo hacer y cuando reconoció aquella calidez, se permitió relajarse y terminar de recostarse sobre el pecho del catcher, poder oír su corazón le resultaba reconfortante.

Permanecieron en silencio un largo rato mientras Kazuya paseaba sus dedos por el suave cabello de Youichi. Quizás había mucho que se tenía que decir pero ninguno de los parecía tener el valor de iniciar la  conversación. Hacerlo podría implicar abrir heridas que estaban costando mucho tiempo y trabajo cerrar.

No, no hacía falta que aquello que se atoraba en sus gargantas se dijera en aquel momento. Podían esperar, podían dejar que el tiempo volviera no tan claros los detalles, que atenuara el dolor y que fuera un recuerdo del que poco se recuerda. Solo entonces podrían hablar de lo que no se habían dicho, de lo que solo sus miradas conocían.

-no puedes estar mucho tiempo aquí

-Mei va tardar en llegar

-pero lo va hacer

-¿vas a seguir intentando alegarme?

-quiero protegerte...

-creo que esa es exactamente mi linea, déjame darte un poco de calma cuando las cosas se pongan difíciles y solo puedo hacerlo estando cerca

Aquellas palabras tensaron a Youichi, las cosas ya eran difíciles y sabia que serian aun peor. Que no le habían ofrecido un panorama deseable. Inconscientemente su manos se aferro a la playera del catcher. Kazuya llevo la suya a la de Kuramochi y tal como lo hacía cada vez que tenían oportunidad acaricio su dorso haciendo círculos lentos. Aquella caricia le era tan clara y familiar a Youichi que no se dio cuenta cuando comenzó a llorar y mucho menos cuando las palabras salieron de su boca.

-eras tu...

Kazuya se enderezo, levantando también a Youichi, necesitaba enfrentar sus rostro, confirmar que todo ese tiempo Kuramochi lo había sentido y su mirada no pudo ocultárselo. Llevo ambas manos hasta sus mejillas y limpio las lagrimas mientras lo contemplaba. Los golpeas prácticamente ya no estaban ahí pero de algún modo, Youichi seguía luciendo herido, vulnerable. Kuramochi por su parte también contemplo el rostro del catcher, lucia angustiado, tanto como aquel día en hospital. Pero esta vez se permitió ver mucho mas y no le gusto lo que descubrió; el sufrimiento de Kazuya. Uno que se había guardado por temor a exponer lo que ambos ya no podían negar que sentían. De pronto fue consciente de lo difícil que debió a ver sido para Miyuki, pasar horas en un hospital manteniendo una distancia, sentir desesperación y no poder gritar ni pedir por un poco de consuelo y el terrible dolor de escuchar el rechazo cuando por fin había despertado. Las cosas para el eran terriblemente injustas, innecesariamente difíciles y aun así estaba en aquella cama abrazándolo y tratando de aliviar el dolor de alguien que difícilmente podía darle el lugar que se merecía, que le correspondía.

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