Dudas y un plan de acción.

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San Miguel de Tucumá, Tucumán, Argentina. 10 de Mayo del 2019.

Capítulo 3: Dudas y un plan de acción.
By: Sioa Shun Uchiha-san

Había entrado en un espiral de decadencia, durante el día mantenía su mente ocupada haciendo lo de siempre, iba a molestar a Roderich haciendo alguna que otra travesura que le valía terminar corriendo por toda la casa de austríaco huyendo despavorido de su querida amiga Elizabetha y su temido sartén húngaro, ya se había ganado un par de buenos golpes, esa mujer era una bestia, estaba seguro de que ella tenía mucha más fuerza en su brazo derecho que varias naciones en todo su cuerpo, sino estaba haciendo eso dedicaba sus mañana a entrenar con rigurosidad, un hábito que años de milicia habían creado en él para luego dedicar algo de su atención al trabajo. Si, cierto, él ya no era una nación o mejor dicho ya no era el reino de Prusia, pero actualmente se podría decir que él era la representación de Alemania del este y como tal su hermano se encargaba de darle parte de trabajo, papeles que debía revisar, cosas que debía de leer y mantenerse informado del estado del país y tareas varias relacionadas a eso.

Sabía que su hermano le entregaba esos trabajos en parte para no tenerlo de vago parásito la mayor parte del tiempo y en parte porque quería darle algo con qué sentirse útil, Ludwig lo conocía, sabía que estar tanto tiempo simplemente haciendo nada era algo que lo volvía loco, podía parecer desde afuera que era una persona despreocupada y hecha solo para la fiesta y la diversión, pero no había llegado a ser uno de los imperios más prósperos de Europa por ser un maldito haragán, contrarío a lo que las malas lenguas dijeran era un hombre responsable, un excelente estratega y una persona culta con bastos conocimientos en diplomacia y política que lo hacían alguien digno de ser escuchado cuando daba su opinión en ese tipo de temas. Si, era divertido, si, gustaba de beber y armar grandes escándalos pero eso no quitaba que a pesar de ello tuviera la cabeza bien puesta sobre sus hombros.

El problema radicaba en que en las noches, era cuando empezaba ese espiral de infortunio. Salía todas las noches, o casi todas las noches, a bares donde podía pasar desapercibido como otro común ciudadano en busca de alcohol y algo de compañía en su lecho, acabando las madrugadas en hoteles de amor con muchachos y hombres dispuestos a abrir sus piernas para él, un amante tras otro intentaba borrar la angustia que crecía en su pecho con cada sueño que atormentaba su descanso mostrándole el rostro de Veneciano en parajes inocentes o en desenfrenados y tórridos escenarios de lujuria y pasión desmedida.

Había pasado ya casi tres semanas desde la última vez que el Italiano dueño de su tormento había ido a su casa por última vez, pero eran comunes sus llamadas a la casa preguntando por su hermano con quien podía sostener una conversación durante escasos minutos gracias a la ocupada vida de Deutschland y en ocasiones, contadas ocaciones, había preguntado por su persona quien con disimulada inquietud tomaba el aparato para poder hablar con el castaño a veces hasta por dos horas algo que no ayudaba a que pudiera mantener la palabra que se había hecho a sí mismo de renunciar a sus sentimientos y olvidar al chiquillo.

Las cosas no pintaban bien, Ludwig podía ser despistado en cosas relacionadas a interacción social, empatía y sentimientos pero no era ningún tonto y podía ver la preocupación que decoraba esos hermosos ojos claros cuando lo miraba, claramente Deutschland sabía que algo estaba inquietándolo, que él hecho de que casi no durmiera en casa no era algo normal o meramente azaroso, su protegido estaba continuamente mirándolo con esa expresión de "Quiero preguntarte que ocurre, pero no creo que sea correcto meterme", lo más cercano que habían tenido a una conversación sobre el tema era la que estaban teniendo en ese momento, aunque claramente el menor de los hermanos Beilschmidt no tenía idea de que lo que hablaban estuviera involucrado en lo más mínimo con las preocupaciones de su hermano mayor.

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