Disculpas por la tardanza, espero que sigan disfrutando del recorrido <3
* * *
—No quise asustarte, Silene. —Coloco frente a ella una cajita de cartón con palomitas de maíz. La he seguido. Solo logro ver que una de sus manos se dedica a tapar sus labios y, después, su cuerpo salta levemente, como si estuviese riendo. Entonces, gira hacia mí y me da un corto beso, toma de las palomitas y regresa hacia las atracciones, corriendo como una tierna pequeña.
El carrusel se detiene justo cuando llega. El encargado se fija en que todos los niños bajen con cuidado y Silene le entrega una moneda de diez centavos.
—¡Joven! —Veo que el hombre se dirige a mí y me llama con su mano, mientras mira de vez en cuando a la chica—. Por las dudas, quédese aquí por si la joven no puede subir al carrusel.
Río y ella alza una ceja.
—Por desgracia, creo que debo hacerlo de nuevo —digo y me aproximo a Silene—. Ven —y tomo de su mano para guiarla al poni con cabello rosado. Ella me pregunta qué hago, y yo solo mantengo el silencio.
Logra subir y me alejo para acercarme a un hombre que está pasando con flores para vender. Le pido una y luego voy hacia Silene para regalársela. Ella sonríe y me entrega las palomitas. Después, me alejo para que la atracción se encienda. Los pequeñuelos sonríen muy emocionados y algunos se asustan al ver a los ponis en movimiento.
Como de las palomitas.
Qué tierna chica he encontrado en este lugar.
Sin embargo, mi momento de meditación es interrumpida cuando una mano toma de mis palomitas. Me giro y veo a Paul comer de ellas mientras ve hacia la misma dirección en donde me he centrado. Le doy un codazo y es entonces que me mira y encoge sus hombros.
—No me he rendido aún, Michael. Te he visto con ella.
—¿Desde cuándo?
—Desde que te acercaste al carrusel para ayudarla.
—Pero deberías rendirte. Ella me ha dicho sin palabras que soy especial en su corazón. —Y sigo mirándola mientras tomo de mis palomitas.
—¿Especial? ¿Para ella? No lo creo. He descubierto que la joven sigue llevando consigo mi regalo. Le recuerda a mí.
La veo y, sí, el oso de peluche está entre sus manos. Sin embargo, niego con la cabeza tras recordar el beso que me ha robado la chica.
—No pierdas tu tiempo, Paul.
—Michael, dijimos que no pelearnos por esto.
—No es necesario.
—Entonces, adiós. —Y camina hacia ella pero tomo de su hombro.
—El camino hacia el lado contrario está por allá —y señalo otro lugar que no sea el carrusel. Vuelve a mí.
—Tan solo observa cómo me ha mirado todo este tiempo. Ella no habla, pero como te he dicho: sus gestos la delatan.
—Sí, tienes razón. Pero, ¿sabes? Hace poco ella me ha besado.
—¿Eso hizo?
—Exactamente. —Y como más de mis palomitas mientras sonrío.
—¡No puedo creerlo! —Y lleva una de sus manos hacia su frente—. No es verdad, ¿cierto?
—Ve a seguir soñado, amigo mío.
Antes de retirarse, me quita la caja y se encamina hacia otro lado mientras come. Niego y vuelvo a Silene cuando el carrusel se ha detenido. Ella salta de su poni y corre hacia mi dirección. Rodea mi cuello como si fuésemos dos jóvenes novios que llevan varios meses, y me sonríe. ¿Esta joven es real? Aún no puedo creer cómo ha cambiado de actitud ante un extraño.
—Michael, no sé quién eres, pero cada segundo se vuelve más interesante como el maíz al convertirse en palomitas. —Sonrío.
—Pienso lo mismo. Y... ¿en dónde ganaste ese peluche? —pregunto solo para saber qué piensa de él. Ella se aleja, lo mira y me mira cuando lo recuerda.
—Me lo regaló un muchacho cuando ganó en un juego. No sé quién es, pero no lo he vuelto a ver. Pero no importa. Fue lindo de si parte dármelo. Me apenaba, pero me cuesta decirle que no a alguien. ¿No es lindo? —y me muestra el osito que me dice con la misma voz de Paul: "Es mía".
Ahora mediante ese oso me molestará.
Eres un buen amigo, pero en estos casos quisiera no conocerte.
—Y... gracias por la flor. Es muy bonita. —E inhala su aroma.
—No tan bonita como tú, Silene.
Esconde su sonrisa detrás de la flor, mas logro verla. En un momento, ambos saltamos del susto al oír in globo explotar. Veo, a no tan lejos de nosotros, a una pequeña llorar. Camino hacia ella.
—¿Fue tu globo?
—Se explotó mi caballito... —dice y hace esa carita que los niños bien saben hacer. Le pido que se tranquilice y saco un globo de mi bolsillo. Lo inflo, le doy forma de un caballo y se lo entrego no sin antes ser admirado por su sonrisa—. ¡Gracias, gracias!
Y corre hacia una mujer que supongo es su madre. Le muestra con entusiasmo lo que he hecho por ella y se retiran. La niña me mira, me sonríe y toma de la mano de su mamá para irse.
—Sabes darle forma a los globos. Increíble.
Giro y ella está allí.
—Ah... bueno... sí. Al pasar tiempo por aquí y viendo a los payasos, he logrado hacer lo mismo. —Rasco mi nuca.
—Pero si tú eres un payaso. —Ambos miramos hacia atrás y Paul está allí.
—¿Qué?
—¿Por qué no lo dices, Michael? —Y Silene me mira. No sé qué decir.
No quiero que sepa que soy el personaje que a ella le apena... y que mi vida es lo que representa ser un payaso.
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Carrusel © | Michael Jackson
Romance✓COMPLETA✓ Ella es de un mundo... de palomitas de maíz y caramelo, paseos de poni por una moneda de diez centavos, risas de niños pequeños. Él es de un mundo... de desilusiones y confusiones, pero él dice «Ella será mía». Dos personas diferentes, en...