CAPÍTULO 2

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Dentro de este capítulo está la primera escena extra, aunque es cortita.

***

El penetrante chirrido de una trompeta, acompañado de una luz abrasadora que se colaba por la ventana de la cabaña, provocó que Mary despertara. Gruñendo, se tapó la cara con una almohada, procurando conciliar el sueño de nuevo; mas fue imposible con tremendo ruido, que le recordó al aullido lastimero de un gato. En su mente se materializó escenas de semanas de tortura y sufrimiento si seguía despertando así.

Nunca fue fanática de despertar temprano. Su pops, que tenía una inquebrantable rutina que consistía en salir a correr a las seis y volver antes de las ocho para preparar el desayuno, lo hacía. Pero Mary jamás seguiría sus pasos. Qué horror.

Con cierta tristeza, recordó que, consecuentemente, ella iría a la cocina junto con su abuela y tendrían un desayuno ameno.

Pensó en su abuela Sarah, que estaba en casa junto a Dodger, seguramente aburrida. La pobre tendría que lidiar con la desagradable compañía de Sharon nada más. Puaj.

Dodger seguro buscaría a Mary para jugar en todos los rincones de la casa, pero sin resultados auspiciosos.

Mary suspiró con melancolía. Ya los estaba extrañando y ni siquiera había pasado un día completo en el campamento. Si seguía así, moriría de tristeza intentando alcanzar las ocho semanas.

Se oyó nuevamente el sonido de la trompeta, que se adentró a sus oídos como el zumbido molesto y estridente de una abeja, interrumpiendo su ensimismamiento. Mary, consciente de que tendría que abandonar la cabaña a como dé lugar para participar de las actividades, se enderezó profiriendo un quejido y arrastró los pies hasta el baño. Escuchó algunos bostezos y murmullos ahogados de sus compañeros en el proceso.

Suspiró. Le restaba un largo y aburrido día.

***

Morgan ignoró el caos a su alrededor y buscó a tientas una manzana o pera para acompañar su desayuno. Podría haber elegido una de las donas empalagosas que se encontraban acomodadas sobre la mesa, pero decidió que no. La fruta estaba bien.

La coordinadora, una mujer llamada María Hill, moviendo las caderas para hacerse un hueco, logró colocarse frente a la mesa.

—Con permiso, ten-go que... —Alguien la empujó desde atrás— probar una dona. ¿Tú quieres?

Miró hacia Morgan juntando las cejas.

—Uh, no. Ahora mismo no me apetece. Pero gracias —contestó, y se marchó cuanto antes para buscar un lugar vacío en donde desayunar.

Mary estudiaba sus opciones cuando una mujer de mediana edad, con el cabello castaño oscuro alzado en un rodete desprolijo, se volteó para ofrecerle una dona.

—¿Quieres?

Mary se encogió de hombros.

—Por supuesto. Las de chocolate son mis favoritas.

Aceptó la dona con gusto, sin reparar la expresión confusa de la mujer.

—Sí... creí que no te aparecía. ¿Cambiaste de lugar?

Mary atinó a mirarla con las cejas fruncidas.

—Uh, no.

Ella asintió, incrédula.

—Lo siento, es complicado lidiar con tantos niños a la vez. La mayoría del tiempo son escandalosos y provocan que quiera tirarles una flecha en la cabeza y...

Mary se fue, incapaz de seguir escuchando el monólogo de la mujer.

***

Mary había entablado conversación con dos niñas mientras vagaba por el lugar buscando una actividad mínimamente divertida. Susan y Jessica. Ambas le agradaron. Eran divertidas, y amables, así que se unió y participaron juntas de varias actividades. Hasta que llegó el turno del esgrima.

The parent trap (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora