CAPÍTULO 8

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Mary estaba diferente. Steve notó que, desde que volvió del campamento, adoptó comportamientos impropios de ella. Estaba más alegre, más cariñosa y definitivamente más celosa.

Su Mary era divertida y algo engreída. A veces despertaba malhumorada y gruñía a todo aquel que se le atravesara; pero también procuraba ser amable y paciente. A veces, le recordaba a Tony con su personalidad excéntrica y simpática a la vez. Tony y Mary podían ser egocéntricos, algo fríos y burlones, pero con las personas que apreciaban, demostraban cariño, ternura y simpatía. Tenían una manera particular de demostrar su amor. No lo decían en voz alta jamás, sino que procuraban hacer sentir a los demás cómodos y felices.

La Mary que volvió del campamento era más abierta y fresca. Despertaba de buen humor y hacía lo que fuera para mantener el ánimo. Steve, incluso, llegó a sorprenderse cuando una tarde volvió del supermercado y la encontró jugando a las escondidas con los niños del barrio, muy divertida.

Le pareció extraño y, al principio, quiso indagar sobre su repentina ganas de socializar, pero lo dejó estar. Que Mary estuviera jugando con niños de su edad era bueno. Por fin se comportaba como una niña.

Asimismo, estaba más posesiva. Cada vez que Sharon y él se encontraban juntos, exigía atención y se aferraba a él como si fuera un bebé. Despertaba más temprano para ir a caminar con él y que no tuviera privacidad, y ponía cara de cachorrito mojado cuando Steve salía y no la llevaba. Fue, sinceramente, una pesadilla. Supuso que su actitud se debía a la reciente noticia de que Sharon y él estaban en una relación, así que lo dejó estar. Hablaría con ella luego.

Su apetito, por otro lado, era más frecuente. Mary comía a grandes cantidades y no hacía mohines cuando Steve agregaba zanahorias a la comida. Le había preguntado a su madre si aquello era normal. Ella se limitó a responderle:

—Es una niña y está en pleno crecimiento. Es mejor que coma a que no lo haga.

Steve había fruncido las cejas y asentido sin estar realmente convencido.

—¿Estás segura?

Al parecer, era el único al que le parecía muy raro todo aquel comportamiento.

—Ajá. ¿Qué otra cosa podía ser?

Había algo en la voz de su madre que lo hizo dudar, pero decidió dejarlo pasar. Ella también había actuado de forma extraña, al fin y al cabo.

Y volviendo al tema, algunos rasgos se mantenían indelebles. Mary rechistaba cuando algo no le gustaba, e incluso seguía bufando cada vez que Sharon emitía una palabra. Junto a Bucky volvieron a las bromas para molestarla y comprobar qué tanta paciencia tenía Sharon. Nat tuvo que intervenir por petición de Steve: amenazó a Bucky con dejarlo dormir en la sala durante dos meses. Éste dejó de jugar en cuanto Nat le lanzó una mirada.

Y ni hablar de la reciente rebeldía.

Mary hacía hasta lo imposible para conseguir atención, incluso se metía en problemas y lo contradecía. Una tarde, después de que volvió de la farmacia a la que había ido junto a la abuela, azotó la puerta y exclamó por lo alto:

—¡Quiero subir a la montaña rusa más alta de la feria!

Steve arqueó ambas cejas y la miró, incrédulo. Hasta donde tenía entendido, Mary no era fanática de las alturas. Por esta razón había ido al campamento en autobús en lugar de un avión.

Bucky, que se encontraba a su lado mirando la televisión, silbó y comentó:

 —Lamento decirte que Steve es incapaz de soportar el paro cardíaco que le dará al verte arriba.

The parent trap (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora