CAPÍTULO 11

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Como era habitual para él, Steve despertó temprano al día siguiente. Por costumbre, esperó a que Morgan bajara para que fueran juntos a caminar, pero no pasó. Por fortuna. Las niñas habían dormido muy tarde el día anterior, después de reírse durante horas por la reacción de Buck al verlas juntas. No es que le molestara la presencia de Morgan, jamás lo haría, solo se sentía bien disfrutar de la privacidad y tener un momento para detenerse a pensar en el radical cambio en su vida después de encontrarse con su familia nuevamente.

 Pará su suerte, tampoco se topó con Sharon. Aún no había resuelto el asunto que tenía con ella, y ni siquiera sabía por dónde empezar.

No tenía ni la menor idea de cómo explicarle todo lo ocurrido. El hecho de que Tony estuviera viviendo temporalmente en su casa, y durmiendo en su habitación, tampoco hacía las cosas más fáciles. A Steve le era imposible controlar el choque de sentimientos contradictorios que lo carcomían de manera lenta y tortuosa.

Ni siquiera cuando había recibido un disparo en una misión se sentía tan confuso y... desolado.

Correr le hizo bien. Por un momento, en lo único que se enfocó fue en contar las vueltas que daba alrededor del parque. Tony se desvaneció de sus pensamientos y ya no se sintió tan ansioso y nervioso. Claro que estaba consciente de que tendría que volver y enfrentarlo luego, pero mientras tanto disfrutaba de la sensación.

Cuando regresó, fue directo a la cocina por agua. Se encontró con una de las niñas sentada y con la cabeza apoyada en la mesa. A Steve le dio vergüenza darse cuenta de que no sabía de quién se trataba ni por asomo.

Se encaminó al refrigerador y, sonriendo con calidez, saludó.

—Buenos días.

Ella se levantó y gruñó un poco. Steve supo que se trataba de Morgan por la mueca tan parecida a la de Tony que hizo.

—Bue... —Bostezó, elevando los brazos— ...nos días.

—¿Qué quieres de desayunar, Morgan? —preguntó, y a continuación extrajo algunos ingredientes de la heladera.

Morgan pareció más animada cuando mencionó la comida. Steve atisbó a sonreír. Ella, al igual que Tony, era algo glotona.

—¿Podría ayudarte, pops? ¡Podemos hacer panqueques y chocolate! ¡Y les daremos formas!

Steve asintió, también animado.

—No sé cómo lo haríamos, pero adelante.

Luego, ambos iniciaron el trabajo. Morgan se puso el delantal de la abuela Sarah y un gorrito naranja para cubrirse el cabello.

A Steve le pareció adorable.

Mientras Steve mezclaba los ingredientes y preparaba la masa, ella le pasaba lo que era necesario y consideraba el sabor de cada alimento. Steve supuso que probar la comida antes de sentarse a desayunar fue la única razón por la que decidió ayudarlo, pero no se quejó. Al contrario, alimentó a Morgan como si fuera una bebé y la animó a cocinar la masa del panqueque.

—Puedes hacerlo, cariño. —Steve le pasó la espátula a Morgan, que se encontraba encima de un taburete para alcanzar la cocina—. Asegúrate de que está bien cocinado antes de voltearlo, sino se pega.

Ella asintió y, dudosa, volteó el panqueque que se había quemado un poco. Fue divertido verla tan concentrada, con el ceño fruncido y la lengua afuera.

—¡Bien hecho! —Aunque salió un poco quemado, dudaba que el sabor fuera a cambiar. Pensó que, si no estaba rico, él se lo comería para no hacerla sentir mal.

The parent trap (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora