Lobo Disfrazado de Oveja

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Un día normal de escuela. Viernes, por cierto. Había sido uno de los cuantos en los que hacía demasiado frío pero no me importó. Realmente estaba acostumbrada y de hecho me gustaban los días así. Luego del recreo me reuní como todos los días al salón con mis amigas.
Esperamos un rato, lo que se nos hizo raro, la profesora solía llegar puntual.
De la nada entró al salón otra chica. Una mas joven, pero al mismo tiempo con una cara notablemente llena de botox. De cabellos dorados y ojos marrones cautivantes. Con una falda de semicuero negro apretada y una remera musculosa.
Se me vino una amargura inesperada a la boca, algo no andaba bien.

- Buenos días alumnos - su tono la delató. Esa manera de pronunciar cada palabra de forma sexy y provocativa.

Mi semblante se oscureció ante la ligereza de la mirada de la que parecía una prostituta.
La mayoría de los chicos babeaban y la miraban con deseo, mientras que las chicas solo miraba elogiando sus grandes pechos que toda chica quisiera tener.
Me llevé una mano a la cabeza incrédula de la situación, realmente comenzaba a pensar seriamente en matar a alguien. Por otro lado, pensaba que sería una broma de mal gusto por mas arreglada que estuviese. 

<<No pasaron ni cinco minutos y ya no la soporto>>. Pensé.

- Muy bien - soltó de la nada - seré su nueva profesora este año, su anterior profesora se tuvo que tomar licencia - un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando pronunció la última palabra - yo soy Ambar Lohan.

Ese tono y su actitud sobrada me molestó demasiado.

*Semanas después*

Ya habían pasado varias clases y mis dudas de aquella mujer no se detenían. Nunca terminaban de existir, mucho menos cuando solo reprobaba a las chicas y trataba a los chicos como reyes, con una actitud seductora e irresistible para ellos. Sabia que en cualquier momento alguno caería como moscas a la miel.

Intenté buscar mas referencias de ella pero mi resultado fue nulo. Pero tampoco podía culparla de nada, no había incumplido ninguna norma pero a la vez sentía que en cualquier momento lo haría. 

Como un día mas soportándola, escuché de su parte un - ¡No! ¡Eso está mal! - Cuando la miré pude ver como le daba una cachetada a una compañera.

Todos se volvieron a verla con una mirada desaprobatoria y de desagrado. Ella lloraba desconsolada mientras todos nos reuníamos junto a ella. En mi se encendió una chispa que nunca se había encendido hacia una profesora.

- ¡Usted, no puede hacerle eso! - comenté furiosa parándome de mi asiento, esa alma justiciera que llevaba adentro se estaba liberando. No la había usado desde que molestaban a un viejo amigo en los recreos.

- ¡Tu no me dices qué hacer! - Me gritó eufórica. Levantó la mano para golpearme pero yo la frené tomándola de su muñeca, antes que su mano tocara mi rostro. - ¡¿Qué haces?! - Gritó nuevamente. Sabía que la había enojado.

Sonreí - haré que tu vida sea un infierno -. Tiré una patada y la estampé contra el pizarrón.

- ¡Tu no me mandarás a mi niñata! - Fueron sus últimas palabras antes de que la preceptora entrase angustiada por los gritos.  El aula era un desastre, chicas y chicos asustados, algunos  llorando, yo con un fuerte dolor en la muñeca por frenar el brazo de la mujer, casi no había paz.

- ¡¿Qué pasó aquí?! - Chilló la preceptora.

- Preceptora no sé cómo llegó esta profesora a esta escuela pero nos ha maltratado y le ha pegado a Hannah de una manera brutal, y  Raquel  nos defendió - Ana se acercó a la preceptora revelándole toda la verdad.

Días después entró nuestra profesora, a la que recibimos con los brazos abiertos.
Ella, al recibirla así preguntó por la conmoción generada a lo que entre todos le contamos lo sucedidos hace pocas semanas atrás. Por ultimo la profesora pidió mi testimoño al respecto.

- Lo único que hice, fue nunca confiar en el lobo disfrazado de oveja - contesté sonriente y orgullosa de mi misma.

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