"LEYENDA: EL BEBÉ Y EL GATO"

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Hace muchos años por ahí de los 60's — 70's, la ciudad de León, Guanajuato contaba con varias zonas consideradas rojas o de tolerancia donde el alma obrera de la ciudad se reunía para darle gusto al gusto.

Una de esas zonas era la Calle Gutierrez Najera, atrás del barrio de Santiago; además de cantinas y pulquerías era una zona algo peligrosa ya que se propiciaba el trabajo más antiguo del mundo.

Ahí trabajaba Delia o como ella se hacia llamar «Gladys», que no tenía nada en especial solo que su oficio ya no era por gusto pues tenía dos hijos que mantener, uno de cinco años y uno de meses; eran la razón por la que amanecía en aquella zona, cierta noche en la que ofrecía sus servicios pasando las 11:00 p.m. llegó una de sus vecinas con el apuro en el rostro:

— Ándale Delia quién sabe qué pasa en tu casa, se oye mucho ruído y tus niños estan gritando y llorando...

— Pero ¿Por qué? ahí está mi mamá cuidandolos.

— Pues no sé ¡apresúrate!, que se escucha muy feo.

Como pudieron corrieron aquellas mujeres pues no tardarían mucho en llegar, ya que vivían a dos cuadras de ahí en una vecindad de las que por ese rumbo abundaban.

Al llegar a su casa quizo abrir de prisa ya que escuchaba gritos de su hijo con gran angustia.

— ¡DÉJALO, DÉJALO, DÉJA A MI HERMANITO! ¡ABUELITA AYÚDANOS, DESPIERTA!, ¡NOOO DÉJALO!...

Al escuchar aquel grito como pudo y sacando fuerzas de flaquezas abrió aquella puerta y cuál sería la sorpresa...

Un gato negro y con el hocico lleno de rabia estaba sobre el bebé queriendole encajar los comillos y el otro niño peleando por salvar la integridad de su hermanito y la abuela tirada en el piso, como pudo Delia tomó de la pared un machete que tenía y se lo lanzó al felino, alcanzando a cortarle un pedazo de oreja y aventándolo hacia la ventana.

El gato lastimado huyó por los tejados, Delia tomó a su bebé y al voltear al suelo vió aquel pedazo de oreja del gato convertida en oreja humana...

Ya recobrada la conciencia de la abuela, contó que tocaron a la puerta y solo sintió como era aventada al suelo y ya no supo de ella, fueron los gritos del hermano mayor los que alertaron a los vecinos...

Al día siguiente una de las vecinas de quién sospechaban que era bruja traía un parche en la oreja de ahí dedujeron que fue ella y que solo quería quitarle la vida aquel bebé, literalmente se lo quería chupar la bruja.

Por eso no hay que hacer caso omiso de las recomendaciones de la gente, que unas tijeras en la puerta, un par de agujas debajo de la almohada, un escapulario, un ojo de venado, etc...

Por: Oscar Mendez Eche.

Historia de terrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora