🌙🌗Día 03: Seguridad

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La primera acción de la mañana, correr.

No por ejercicio físico, sino para salvar sus vidas. Los uryes se ponían violentos con la luz del sol por lo que su misión era conseguir un escondite sombrío hasta, por lo menos, despistarlos para ir por provisiones.

—¡Por ahí! —indicó señalando una bodega abandonada.

Ingresaron y trancaron la puerta metálica con un tubo de acero que hallaron alrededor, retrocedieron unos pasos mientras oían los golpes y arañazos del otro lado. Akutagawa se dejó caer sentado contra un congelador en desuso batallando por recuperar el aire, su acompañante pensó que se aproximaba otro ataque de asma por lo que le extendió su inhalador a una velocidad increíble.

—No es necesario, estoy bien.

—Lo lamento, no deberías hacer esfuerzo físico —su mueca de preocupación no menguó— a la próxima te llevaré en mi espalda.

—No seas ridículo.

La persona frente a él era Atsushi Nakajima, un tipo de veintidós años, a diferencia de él que acaba de cumplir los dieciocho.

Se conocieron en un campamento de sobrevivientes, cuando su familia aún vivía. Su padre y su hermana menor, Gin, se alojaron ahí tras la alerta de los militares para no permanecer en sus hogares puesto que los uryes se hicieron camino en la ciudad y muy pronto iniciaría un bombardeo en busca de reducir su número para acabar con la invasión. Él llegó un día después, estaba en la universidad que quedaba a una media hora de su hogar pero con el tráfico ocasionado por el miedo de la población que abandonaba la ciudad demoró más.

Atsushi era un policía, así que se encargaba de cuidar los perímetros. Entablaron una conversación por primera vez cuando Gin se alejó demasiado de las cabañas y buscó ayuda porque no podía encontrarla, por suerte solo había llegado hasta el borde de la cerca y no se adentró más al bosque. Aún no estaba comprobado que también invadieron zonas rurales, no obstante, era mejor prevenir que lamentar.

—Trata de mantener vigilada a tu hermana, niño.

Se sintió enojado al ser tratado de una manera infantil, solo faltaban diez meses para que cumpliese la mayoría de edad. Además, tampoco le agradaba seguir órdenes de personas desconocidas.

—No soy un niño, señor —espetó sarcástico. Atsushi, lejos de ofenderse, le sonrió amable.

—Lo siento, es que tienes un rostro muy joven —no sabe porqué ese comentario le causó cierta vergüenza que prefirió dejar la conversación ahí y retirarse con Gin luego de agradecerle su apoyo muy a su manera.

Los siguientes días se dedicó a observarlo, descubrió que tenía una compañera llamada Lucy de su misma promoción con la que solía realizar guardia por la noche. También era muy cariñoso con los niños, en los almuerzos y su descanso entretenía a varios incluyendo a su vecina Kyouka y su hermana.

—¿Sabes? El acoso está penado por la ley —Akutagawa dio un respingo al sentir el aliento del otro sobre su cuello, giró rápidamente y halló esa sonrisa alegre de siempre. Tan odioso.

—No te estaba espiando a ti.

—Jamás dije eso —sus mejillas tomaron un rosa tenue y enrojecieron más al oír su cantarina risa. No admitirá en voz alta que le pareció lindo.

—Ya es un poco tarde, ve a tu cabaña antes de que anochezca más.

—Tú no eres mi padre para darme órdenes.

—Solo me preocupo por tu seguridad —dijo tranquilo, Akutagawa trató de ser indiferente a la sensación rara de su estómago— si vuelves mañana temprano hablaremos más.

Shin Soukoku Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora