🌙🌗Día 01: Jalarle la cola al Dragón

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Atsushi empezó a rayar con una piedra puntiaguda sobre el pavimento en un intento desesperado de grabar una especie de testamento a último minuto porque estaba seguro no iba a salir vivo de esa situación. Dejó sus pocas prendas y ahorros a nombre de Kyouka-chan, aunque no dudaba que su mentor se apoderada de ellas apenas se diera la noticia de su deceso.

Por poco se orina en los pantalones al oír un ruido cerca de su escondite en los basureros, no recuerda haber maldecido tanto a una sucia rata de alcantarilla por asustarlo y casi matarlo de un infarto —después de Fyodor—. Tras cubrirse más con un par de cajas viejas, improvisó un altar con latas y trozos de madera rotos imaginando que ahí había una estatuilla que representase un poderoso Dios, al menos lo suficiente para escuchar sus rezos y concederle el milagro de no morir esa tarde.

Oh, ¿y a qué se debía tal desesperanza?

Tuvo el tremendo error de aceptar cumplir un pequeño favor a Dazai. Era simple. Solo debía ir a recibir información confidencial de parte de su informante de la Port Mafia que no era otro que el perro rabioso que siempre lo estaba acechando para asesinarlo. Ya acostumbrado, solo se dedicó a realizar su labor.

Llegó al punto acordado sin sorprenderse de la puntualidad de Akutagawa en temas relacionados a Dazai-san. Se observaron con repulsión sin aminalar en ningún momento sus auras de odio y rechazo por el otro.

Akutagawa trató de darle los papeles con el mayor cuidado posible que se resumía en lanzarlos contra su pecho sin medir su fuerza para marcharse rápido, Atsushi tomó eso como una amenaza y ejecutó una maniobra que culminó con los archivos regados por el suelo. Ambos gruñeron en desaprobación.

Se agacharon a recogerlos en sintonía, evitando cualquier contacto o roces descuidados entre sus traviesos dedos. Esta vez tuvo más paciencia y se los extendió de forma poco amigable, Atsushi lo recibió con una mueca de inconformidad.

Iba a agregar algo pero Akutagawa ya se había dado la vuelta empezando a caminar en sentido contrario.

Y ocurrió una desgracia.

Atsushi no se fijó que uno de sus pies estaba pisando una tira del abrigo del mafioso por lo que la inercia hizo lo suyo y lo atrajo hacia el suelo en una caída brutal, incluso a él le dolió el sonido de la cabeza retumbando en el concreto.

No lo pensó dos veces.

Activó su habilidad y corrió como si la parca viniese por él, no muy alejado de la realidad. Su instinto de supervivencia le gritó no voltear por ninguna razón y buscar una zona segura donde esconderse, tal vez uno de esos búnkeres pensados para el posible apocalipsis era su única salvación.

Lo más cercano que encontró fue un basurero de metal.

El olor empezaba a crear estragos en su sensible nariz lo que provocó unas inmensas náuseas y le incitaron devolver los dos platos de chazuke que comió en el almuerzo. Se dijo a sí mismo que debía soportar un poco más, sino, esa sería su última comida.

No es como si le tuviera miedo a Akutagawa, ya se habían enfrentado una vez y él salió victorioso del encuentro, no tenía motivo. Pero un Akutagawa molesto era una cosa, otra era un Akutagawa rabioso, colérico, furioso y con una ira creciente que podía jurar ver salir fuego de sus ojos y boca. Tal como un dragón.

«Aunque sigue siendo igual, esa vez también estaba ardiendo en llamas y aún así lo derroté, tal vez solo estoy exagerando las cosas».

Se convenció con ese pensamiento y levantó la tapa del contenedor para respirar algo de aire fresco, salir e ir a su casa por una ducha ya que el apestoso olor lo mareaba demasiado.

Shin Soukoku Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora