✦ ❥ ¿Y qué si tengo celos? [ Zelink ]

✧ :･ﾟ➽ Tan triste.

—¿Qué?—. Alcancé a escuchar a Link, casi gritando, y supongo que estaba tan sorprendido como yo.

—Así es, quiero casarme con usted princesa—. Sonreía burlonamente mientras me miraba — Asumo que soy uno más para la lista.

—Eh, yo...—. Contesté tartamudeando. ¿Qué era lo mejor? 

Detrás de él, apareció un señor, un poco viejo, probablemente su mensajero quién empezó a hablar.

—El reino corre mucho peligro sin familia real—. Susurró —Majestad, usted es la siguiente reina, pero la única que queda de la familia real, necesita descendientes. Él es una buena opción como esposo y príncipe consorte, su estatus es bueno, es un noble también.

—Tch...—. Reconocí la voz de Link— Disculpe princesa, me retiraré, el c-capitán me necesita en el embarcadero —Excusó, e hizo una breve reverencia y se fue.

—¿Entonces qué piensa? En todo caso, también le asignaríamos una mejor escolta person...

—¡No!— Interrumpí —.Me refiero, mi escolta actual esta bien, y sin duda, como al respo de mis pretendientes, respecto a lo del matrimonio, necesito meditarlo.

Apareció un semblante de disgusto en su rostro al mencionar la escolta.

—Piénselo bien, pero por lo mientras —Dijo —Para conocernos, ¿quiere dar un paseo?

Dudé pero, sería sólo un paseo, ¿no? Así que terminé cediendo.

-

Habían pasado dos horas, o más. También habíamos hablado respecto de sus raíces.

Él es de las afueras de Gerudo, dijo qué había un especie de llanura y después un bosque, fuera de ahí un lago grande y de ese reino venía.

Un poco lejos.

Tenía tres años más qué yo, aunque sentí qué lo conocía de algún lado.

Tal vez, como noble, casarme con él no sea tan malo.

-

La mañana del día siguiente fue más rápida, ya vestidos, estábamos en la ciudadela ya construida a punto de salir.

El día anterior no ví a Link después de lo de Shad, y hablando de él lo ví aproximándose en su caballo.

—¡Majestad, si me permite acompañarla...!

—No...—. Susurró Link en un tono poco audible.

—... Adelante, no creo que sea un problema.

Sonreí y el me devolvió la sonrisa

De ahí partimos los tres en dirección a Kakariko.

...

Los caballos los recibieron fuera de la casa de Impa, las escaleras y todo parecido o más bien igual que hace cien años.

—¡Princesa Zelda!—. Dijo Impa, anteriormente ya la había visto, pero siempre llegaba por sorpresa.

—Impa, necesito hablar respecto a...

—Sé por qué están aquí —Susurró, carraspeando —Acompáñame

Caminamos hacia adentro del salón principal y ella se sentó en una pila de cojines.

— Ahora que todo acabó, creo, que es hora de que tú Zelda, asumas tus responsabilidades como heredera y busques cuatro nuevos campeones, en caso de cualquier cosa, serán útiles, te aseguro, que esto servirá —Después volteó a ver a Link —Elegido por la espada que doblega la oscuridad, debes dejar la espada, tu legado ya está hecho.

—Pero Impa...— Oí a Link.

—Es tu deber como héroe.

—Si...

—Ahora díganme, ¿Quién es el muchacho de atrás?

Miró detenidamente examinándolo.

—Es...—. Link dijo mientras fruncía el entrecejo.

—Mi prometido—. Solté sin más.

—¿Qué?—. Dijeron ambos chicos al unísono.

—Me casaré contigo, por Hyrule.

Su expresión cambió a una mueca alegre.

Miré de reojo como Link salía de la casa caminando, mientras apretaba su estómago.

-

Esa misma noche hubo una gran fiesta, por el simple echo de que yo estaba ahí.

Caminando entre la multitud, finalmente encontré a Link, en la cuesta de una pequeña montaña, donde se podía ver toda la fiesta, en la entrada de un bosque. Ninguno dijo absolutamente nada, sólo tomé asiento a su lado en la pequeña banca de madera, a contemplar tan increíble vista. Se ven las increíbles cordilleras hasta el mar, a punto de anochecer, hermoso cielo teñido de rosado y púrpura.

— El sol casi se ha ido, las luces se están prendiendo, una luz plateada hasta el mar.

Volteo a verlo, mientras él se pone de pie sin dejar de contemplar en horizonte.

— Nos tropezamos con una vista que, está hecha a la medida para dos... que lástima que esos dos seamos usted y yo. Quizás otra chica y otro chico, amarían este cielo estrellado, pero sólo somos nosotros dos, y... no tengo oportunidad alguna. Que desperdicio de noche hermosa.

Se puso de pie, musitó, y bajó la colina, sin resbalar y con las manos en ambos bolsillos, notablemente molesto. Me pregunto, si quizás no lo estoy haciendo bien.