Solo la sangre corre eterna

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  Detrás de un campanario, a eso de las 2:00am me encontraba dispuesto a cumplir con mi trabajo. Ya había transcurrido un tiempo desde mi contacto con la sociedad de la "Mano negra", en esos días tuve que contactar con un par de Vástagos que ocultaban su aroma con algún extracto que los hacia parecer humanos. Fue en un pequeño bar al norte de Florencia con todo y seres humanos, apenas estaba manchando la noche y para estas personas todo recién comenzaba, mi incomodidad aumentaba al ser el centro de los ojos de este par que por mayor molestia eran casi imperceptibles sino fuera por su extravagante vestimenta que para todos los presentes parecía no importunarles y como si fuera poco sus discordantes movimientos mantenían el ambiente en un trance espeso, todo parecía desvanecerse y hacerse palpable con la retina, una exquisitez vivir entre la comida, hacer lo que quieras sin alterar el curso de los sucesos que estos inútiles llaman vida. La música sonaba fuerte, no... no era la música, eran los pensamientos de todos entre mezclados con los gritos que enarmonica tonada se estaba produciendo

"Nos detendremos en la chica de la carretera. Porque quiero quemar mi gas ,Hay una chica que sé que nunca voy a pasar"

Algo que no era de este tiempo, así como sus ropas plateadas y doradas cada uno, trajes satinados que brillaban a la luz de los reflectores como dos carteles de alguna presentación teatral. Si quieres menos la atención podrías colocarte un par de bombillas en medio de la calle y gritar "El fascismo fue la solución de los problemas españoles" y simplemente pasarías desapercibido ante tal espectáculo de estos dos y sin embargo nadie los notaba, nadie prestaba atención, todos absortos. ¿Era el poder de la "Mano negra" o simplemente estaba entre vástagos ocultos? NO... para nada, este aroma, esta sensación de sangre solo podía ser trasmitida por mortales.

Del modo más precavido se acercaron, sabían de mí, con la mente podía percibir un miedo, más que un miedo aterrador, era de respeto, de intriga, ante ellos yo era un antiguo, un ser que había pasado muchas décadas en estas tierras y ellos apenas estaban naciendo, con todo ello yo tenias las mismas interrogantes incluso más. Si pasas el tiempo que yo pase aprendiendo, comprendiendo, teniendo experiencias, haciéndote más fuerte, viviendo eternamente el resultado de una compleja incertidumbre solo creas más preguntas al resolver solo un par. Pero no me había percatado en todo este tiempo lo fuerte que ya me había vuelto, había pasado la eternidad creciendo y discurriendo cada error que podría existir en mí ser perfecto.

Muchos llaman una bendición a la eternidad, un modo de poder adsorber todo el conocimiento sin que te pudras en el intento, ver pasar todas las maravillas del mundo ante tus ojos, que se deterioren y yacer sentado junto a sus escombros a la espera de que otro edifique su barbarie ególatra sobre esos restos. Por otro lado están los que dictaminan una maldición; existir por siempre en la oscuridad, solo, sin ser más que un porcentaje mínimo en la existencia misma, un fragmento aislado de la realidad, un trozo de metal que no se inmuta ni se siente afectado por los agravios de Cronos. Yo opino que estoy aquí y ahora porque nadie mas podía estar en mi lugar, no es mi destino sino que soy yo el que ocupo este espacio para cambiar el destino de todo lo que me rodea, nadie lo merece tanto como yo pero aquí estoy como un ser de conocimiento, hasta llegar a ser omnisciente porque ya estoy en todos los tiempo, fui un tumulto en el pasado, soy el cambio innegable del presente y seré la aguja en el reloj del futuro infinito pues solo la sangre corre eterna.

Ya frente a mi sin presentarse, rápidamente soltaron en la barra al frente de todos una gruesa carpeta, sin marcas, sin aviso alguno, limpia por ambos lados, solo sobresalían hojas descuidadamente, algunas se notaban viejas, dobladas, arrugadas, hacían que el contenido se abultara, dejaron la carpeta y desaparecieron en una tormenta de cuerpos que danzaban para mas nunca volver a ver ese par.

Stefan (el Tzimisce de Bulgaria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora