Capitulo 12 Un momento mágico

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Nos cambiamos en la casa de Kurt, la ropa estaba preparada sobre su cama, el se puso un traje blanco y yo uno negro. La sonrisa de Kurt era despampanante y sus ojos brillaban intensamente.

-este es el día mas feliz de mi vida- le dije cuando estábamos a punto de salir de la casa ya preparados- y tu eres lo mejor que me paso en la vida.

Pude ver como las lágrimas invadían los ojos de mi amado y recorrían sus mejillas, pero aun conservaba su sonrisa y aquel brillo tan particularmente hermoso en sus ojos.

-te amo- tomo mi mano con la suya y la acaricio suavemente- eres mi mundo Blaine.

Seque sus lágrimas con mi mano libre y acaricie su mejilla.

-y tu el mío.

El chofer condujo por un largo rato, yo observaba el hermoso paisaje por la ventana, mientras sentía la mirada de Kurt sobre mi y su mano acariciando tiernamente la mía.

De repente el hombre freno, en un hermoso prado con algunos árboles dispersos, Kurt me tapo los ojos con sus manos antes de que pudiera ver más.

-cierra los ojos-ordeno el castaño- y no los abras.

Kurt me ayudo a bajar del auto con dificultad, pues mantuve mi promesa y no abrí los ojos.

Caminamos un pequeño tramo, sentía el crujir del pasto bajo mis pies, de repente empecé a oír susurros y respiraciones cerca de mí.

-bien-sentí la vos de Kurt en mi oído-puedes abrir los ojos.

Los abrí lentamente, en el hermoso prado se encontraban bien acomodadas  una gran cantidad sillas blancas, separadas en dos conjuntos por un camino de seda blanca, todos nuestros amigos estaban sentados en ellas y nuestras familias, pude ver a mi abuela sonriéndome desde una de las sillas.

Al final del camino de seda había una pérgola blanca adornada con flores, allí se encontraba un hombre canoso con una túnica negra ¿un cura?

Kurt me tomo del brazo, me dedico una sonrisa.

-¿te gusta?-asentí lentamente.

-es hermoso.

-vamos-comenzamos a caminar por la seda blanca, pude ver a todas las chicas de ND llorando con sonrisas en sus rostros, a mi madre y a mi padre, sonriéndome, junto a mi abuela que se enjugaba las lágrimas con un pañuelo color canela. A mis amigos de mi antigua escuela, hacia muchísimo tiempo que habíamos perdido contacto y aun así estaban ahí, apoyándome en mi casamiento a tan corta edad. Todos estaban ahí para nosotros, apoyándonos, sonriendo, me sentía feliz, libre, estaba con la persona que mas amaba a mi lado y todas las personas que quería a nuestro alrededor.

Llegamos a la pérgola, Brittany, Mercedes y Quinn se encontraban ahí, con unos hermosos vestidos color morado oscuro y sosteniendo unos ramos con rosas blancas, las damas de honor, supuse. El hombre canoso comenzó a hablar.

-A pedido del señor Hummel Anderson leeré las siguientes palabras-por supuesto, pensé yo, Kurt jamás querría escuchar de la palabra de dios en su boda, le sonreí y apreté su mano- El amor es siempre paciente y amable, y nunca es celoso. El amor nunca es jactancioso o presumido, nunca es grosero o egoísta, nunca se ofende ni es rencoroso. El amor no se deleita con los pecados de otros, sino que se deleita con la verdad. Siempre está dispuesto a disculpar, a confiar, a sentir esperanza y a soportar lo que venga.

-decidí que nuestro casamiento seria mágico-dijo el castaño luego de las palabras del canoso- así que decidí tomar frases de películas para que sea aun mas especial- Kurt tomo aire y empezó su discurso- te quiero, te quise desde el primer momento en que te vi, te quise incluso antes de verte por primera vez. No importa lo que pase mañana o el resto de mi vida, ahora soy feliz, porque te quiero-sus ojos enrojecieron llenándose de lagrimas-El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos, pero, Solo una cosa me da miedo, tengo miedo a perderte, a no estar contigo, porque te amo- aparte suavemente las lagrimas de las mejillas de Kurt, este me sonrió levemente.

-Vivo para una cosa, para quererte, para hacerte feliz, para vivir intensa y alegremente el presente…te amo.

-ahora por el poder que me confieren los  aquí presentes… yo los declaro esposos-el hombre canoso sonrió, obviamente era un cura falso, pero que mas daba.

Tome el rostro de Kurt entre mis manos y lo bese tiernamente. Nada podía compararse con la felicidad que sentía al estar junto a Kurt en ese momento, lo amaba más que a nada ni a nadie en el mundo y podía asegurar que nuestro amor seria para siempre, a pesar de todo, nos seguiríamos amando, porque realmente es falsa la frase “hasta que la muerte los separe”, pues ni la muerte podría herir el lazo que ambos compartíamos, nuestro amor superaría las adversidades y duraría por toda la eternidad.

Mi abuela se mudo con mis padres y nos regalo su casa de campo. Kurt y yo nos mudamos 3 días después del casamiento, tal vez todo era muy rápido, éramos demasiado jóvenes, Kurt tenía 17 años y yo 16, era una locura, pero nadie se opuso a nada de lo que decidimos hacer, nuestros padres nos apoyaron, a pesar de que pude ver la preocupación y el sufrimiento en los ojos de ellos.

Kurt y yo estábamos recostados en nuestra cama observando el techo, tomados de la mano.

-¿está bien? Que hayamos hecho esto… quiero decir…. El casamiento y vivir juntos- Kurt volteo su rostro para mirarme.

-¿lo dudas? –Asentí lentamente- yo creo que no podría ser más feliz de lo que soy en este momento, y no creo que eso pueda ser malo.

El castaño sonrió. Me acerque a él y junte mis labios con los suyos.

-te amo-lo acaricie tiernamente. Kurt paso su mano por mi mejilla mientras me sonreía.

-también te amo.

No quiero que existasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora