El Regreso

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Camino entre los invitados y me acerco a hablar con los recién llegados. Es 21 de Junio. Hoy es mi cumpleaños. Todos vienen con sus mejores galas, muchos, son cantantes y artistas, estar en la familia de Adele y Annabel Norton tiene sus privilegios.

Pero también es extraño estar en una fiesta, tu fiesta y no conocer a casi nadie. Yo no tengo muchos amigos, siempre he sido muy solitaria y las únicas amigas que tengo, Breena y Ciara, no pudieron venir por asuntos familiares. La mamá de Ciara es madre soltera y hace una semana tuvo un accidente en su auto, ya esta mejor pero sigue en rehabilitación y mi amiga tiene que hacerse cargo de la pastelería de la familia. Justamente fue ella la que diseñó y decoró el pastel que tengo enfrente. Simplemente, es hermoso.

El pastel es de un blanco inmaculado, de varios pisos cada uno mas pequeño que el otro. Su forma es cuadrada y entre piso y piso van colocadas rosas, violetas y orquídeas que pasan del rosa al morado. Lo ha hecho ella misma. Cada uno de los detalles fue cuidadosamente preparado por ella, y con eso vasta para que sea el mejor regalo que he tenido.

Recorro el jardín en donde la gente se reúne para conversar, unos metros más adelante están las mesas en donde se servirá el banquete. Las mesas parecen faroles dispersos por todo el el jardín otorgándole un toque especial mientras el sol todavía no se oculta.

Hoy 21 de junio es el día del solsticio de verano, el día más largó de todo el año. El sol se ocultará dentro de media hora exactamente a las nueve dando paso a la luna.

Vislumbro a la distancia a mi tía. Se le ve muy bien con su vestido palabra de honor, rojo. Esta hablando con un hombre alto y de cabello claro. Me pregunto si el será quien le quita el sueño en las noches y la hace llorar. Presto más atención y llego a la conclusión de que no, el no es su amor. Cuando lo mira sus ojos no tienen el brillo que se debe de tener cuando estas enamorada. Lo se porque mis padres se aman y sus caras se iluminan cuando están cerca el uno del otro.

Esta mañana cuando baje al desayuno, mi tía se comportaba igual que siempre. Creo que fui la única que escucho la música anoche y la única que la vio llorar. Todavía tengo la intriga de saber quien hace que sufra, para poder darle una patada en donde más le duela y hacerle saber que con mi familia no se mete nadie.

No me fijo por donde camino haciéndome chocar contra algo duro y cálido. Estoy a punto de perder el equilibro gracias a estos tacones infernales, cuando siento una cálida mano agarrar mi brazo y detener mi caída.

- Lo siento no me fije por donde... - alzó la vista y me encuentro con un hermoso espécimen de hombre. - iba...-

Lo se parezco una idiota pero es que el me tiene hipnotizada. Es alto, con cabello miel y ojos de un color entre el gris y el verde pálido. Su cuerpo es perfecto ni muy delgado ni muy robusto. Y esa sonrisa que me esta dirigiendo es absolutamente preciosa. ¡Zenda concentrate!

- No te disculpes, fui yo el que debió poner más atención y fijarse en la preciosidad que tenía al frente. - dice con una sonrisa. Esta coqueteando conmigo - Pero este tropiezo me ha dado la oportunidad de hablar con la joven más hermosa de la gala.

Siento como mis mejillas van calentándose, creo que estoy como un tomate. Bajo la vista y la vuelvo a alzar cuando ya estoy más controlada.

- Zenda Cayme - me presento y le tiendo la mano.

- Odran Proctor- toma mi mano y la besa, en ningún momento aparta la vista de la mía.

Me vuelvo a sonrojar a más no poder. Cálmate! ¿Que paso con la chica que le vale una mierda estas cosas?

No es que nunca me hayan hecho un cumplido, pero este chico tiene algo en los ojos que me atrae. Es como si todo el mundo se desvaneciera y su alrededor de el se tornara negro.

Zenda (La Salvadora de Reinos I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora