La Elección

206 7 3
                                    

Desenvaina su espada. El sonido de los cascos contra el suelo se escucha cada vez más cerca. Mi corazón se acelera más con cada segundo que pasa. Es uno de esos momentos en los que sientes que el tiempo se hace eterno y cada paso que das se ve en cámara lenta. La oscuridad empieza a envolver todo a nuestro alrededor.

-Vas a tener que correr - dice sin mirarme. Por la posición que toma se que esta listo para luchar. Se le ve en su elemento, como si hubiera nacido para esto.

Se que lo más prudente sería hacer lo que el me pide, pero ya estoy cansada de huir, de no enfrentarme a los problemas y salir corriendo como una maldita cobarde. Pero si me quedo es muy probable que no sobreviva. No se cuál es el camino que debo tomar.

Entonces recuerdo a cada persona que he conocido en estos últimos días y todo lo que han tenido que pasar. A las ninfas que la noche que estuve con ellas quemaron su hogar. A Karsten y Arwen que perdieron a sus padres y nunca más los podrán ver. Y a Athan, no se que le habrá pasado pero lo que reflejan sus ojos en este momento es un dolor llevado desde hace mucho tiempo disfrazado de ira. Es extraño pero se que algo le duele en el alma a pesar de que el no lo quiere mostrar a nadie. Me pregunto que habrá causado ese dolor.

Yo he tenido una vida tranquila y sin problemas, no tenía de que preocuparme hasta que llegue a este lugar.

Todos han sufrido demasiado, pero nunca han dejado de luchar. Y yo tampoco lo haré. Voy a quedarme a luchar junto a Athan. A luchar por Ilwen.

- ¡Anda, vete!- no quita sus ojos de su objetivo, pero eso no significa que no sienta como me fulmina mentalmente.

No me iré, estoy decidida. No dejare que alguien más luche las batallas que se suponen que yo debería librar.

Están demasiado cerca. Puedo ver a la perfección a las cuatro figuras encapuchadas encima de los caballos. Parece como si el aire se volviera más frío y denso a cada metro que avanzan.

Busco con la vista algo que me pueda servir de arma pero no veo nada que me sirva para un combate de verdad. Y entonces me doy cuenta de que colgando un costado del cinturón de Athan se encuentra una daga. Eso me tiene que servir, pero no me la va a querer dar. Voy a tener que quitársela.

- ¡Te tienes que ir ya!- esta vez voltea a verme.

Aprovecho que no sospecha mis intenciones y tomó el arma. Cuando ve lo que hice me mira confundido.

- No iré a ninguna parte - me pongo en posición y rezo a los dioses que mis clases de esgrima sirvan de algo.

Va a replicar cuando pasa una espada justo encima de nosotros. Él reacciona rápidamente y me empuja haciendo que los dos caigamos lejos. Los caballos pasan a nuestro lado y se detienen a unos metros de nosotros. Athan de levanta de inmediato mientras yo trato de ponerme en pie torpemente.

Las enormes figuras bajan de los caballos con un ruido sordo. El que nos atacó se pone al frente mientras que los otros quedan unos cuatro pasos atrás. Al parecer él es el líder.

-Déjala en paz, la pelea es conmigo- Athan se interpone entre el Rauko y yo.

El Rauko suelta una carcajada que parece sacada de las profundidades del mismo infierno. En cuanto abre su boca el aire se llena del putrefacto olor de carne podrida y el metálico de la sangre. Se pueden ver varias hileras de dientes pequeños y puntiagudos manchados de algo café que, espero no sea sangre seca.

- Ella es la razón por la que hemos venido- dice con una vos gutural-. Su sangre nos guía como un faro en la oscuridad - olfatea el aire y hecha su cabeza hacía atrás, provocando que la capucha se caiga y deje al descubierto su rostro.

Zenda (La Salvadora de Reinos I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora