Los Antartes (Parte 1)

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Un puente. Un maldito puente destartalado que de cada tres tablas le faltaba por lo menos una, se veía que nadie pasaba por ahí desde hace años y yo no pensaba ni por asomo cruzarlo ahora.

- ¿Qué haces? ¿Por qué te detienes a ver un estúpido puente?- digo mientras retrocedo lo más que puedo de la orilla- Debemos seguir nuestro camino y llegar lo antes posible a descansar de una maldita vez.

-Lina...- alza una ceja. Parece como si estuviera tratando con una niña pequeña.

- ¿Qué? No, no, no, no- doy un paso atrás- No pienso cruzar ese par de cuerdas con tablas. - en cuanto me doy cuenta de como me ha llamado lo señalo acusadoramente- Te dije que no me llamarás así.

- Dijiste que te llamabas Zenda y no Lina- se cruza de brazos.

- Y tu me dijiste que como gustara y a mi me gusta que me llamen por mi nombre.

- Si dije que como gustaras, pero no dije que no te iba a llamar como a mi me gustara.

¿Qué se creía para hacer lo que le diera la gana con respecto a mi?, este tipo no tiene respeto.

- Eres un cretino.

- Tu una gruñona.

- ¡Arrogante!- cierro los puños. Él sonríe como si supiera que va a ganar.

- Miedosa - lo pronuncia despacio, casi como si saboreara cada letra.

No dejare que me llame así.

- No soy una miedosa.

Que respuesta más ingeniosa Zenda. Seguro que así sí te tomara enserio.

- Entonces ¿Por qué no quieres cruzar el puente?

- Simplemente no le tengo confianza a ese "puente"- hago comillas con los dedos en la última palabra.

- Pero... ¿Confías en mi?- se expresión es completamente sería. ¿Cómo puedo contestar a eso?

No se porqué pero de verdad lo estoy sopesando. Bueno... Pudo haberme abandonado en cuanto los Raukos llegaron, pudo haber dejado que la espada me alcanzara y a él no lo hubieran herido, después de todo pudo haberse preocupado por si mismo. Pero no lo hizo, puede que sean un arrogante, un cretino y muchas más cosas pero...

- Si.

Se le ve incrédulo. Y un poco sorprendido. ¿Acaso pensaba que le diría que no?

- Muy bien. Entonces, adelante- hace un gesto para indicarme que avance.

Me coloco justo en el comienzo del puente. Miro al fondo del acantilado, si caigo, en el dudoso caso de que sobreviva una caída de veinte metros, sería arrastrada por el río y muy posiblemente acabaría ahogada.

- ¿Estas seguro de que es la única manera de llegar?

- Si lo que deseas es llegar lo antes posible a descansar, si. A menos que prefieras avanzar tres horas siguiendo el cause del río y después otras tres horas al norte...

- Ya entendí. Este es el camino peligroso pero corto y el otro el camino seguro y largo - pareciera que el mundo se empeña en ponerme trabas- Ahora solo falta que un Troll aparezca de debajo del puente - esto último lo digo más para mi que para él.

A mi madre le encantaba contarme cuentos antes de dormir, cada noche eran diferentes y yo esperaba con ansias a que llegara la hora de dormir para escucharlos. Uno de los relatos fue el de el Troll bajo el puente.

Recuerdo que lo describía como una criatura enorme, verde y peligrosa, la clase de cosas que no quisiera ver en estos momentos.

- No lo creo, si un Troll viviera bajo este puente no lo tendría tan descuidado, además - se inclina un poco para ver el fondo del acantilado- no hay lugar para que se esconda.

Zenda (La Salvadora de Reinos I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora