Capítulo 5.

19 1 0
                                    

                        En la sala de audiencias semicircular, donde estaba el trono elevado del Patriarca, allí se reunieron tres Santos dorados: Shura, en el centro, Máscara Mortal y Afrodita a los lados, sin sus corazas equipadas y portando las túnicas oficiales de su rango. El trío aguardaba la llegada del regente sin hablarse.

Las puertas del otro lado del foso se abrieron y apareció el Gran Patriarca del Santuario. Como estaban en el más absoluto anonimato, se quitó el casco y la máscara, revelando su verdadero rostro y este era el de Saga de Géminis. Un hombre de unos veintiséis años, pelo largo blanco, de mirada psicópata y rasgos muy varoniles.

Dando comienzo la reunión, Shura tenía el Emblema de Orión, el de la Osa Mayor y el de la Osa Menor en su mano; invocó su cosmos e hizo que fueran levitando hasta su líder, que las recogió y las apretó en el puño. Sonreía al ver el trabajo bien realizado y entonces pareció que le llegaron algunas dudas.

— ¿Qué ha sido de Milo?

—No sabemos cómo pudo haberlo hecho solo, pero derrotó a Enoc de Orión —Shura tomaba la voz cantante, pues Afrodita era indiferente y Máscara estaba cabreado.

—Interesante. Mientras vosotros estabais entretenidos con los hermanos de la Osa: ¿Lo dejasteis solo para que se enfrentara a semejante rival?

—Los traidores jugaban con ventaja, conocían nuestras técnicas y por eso nos plantaron fuerte resistencia —al hacer ese comentario, notaron como Saga apretaba el puño y emitía un suspiro.

—No entiendo vuestra sorpresa: deberíais imaginarlo. Como, por lo que veo, no puedo estar en todo —Escribía una nota que ponía: "Disminuir el racionamiento" y se la pasaba a Shura.

— ¿No deberíamos eliminarle en lugar de matarlo de hambre?

—Se aceptan voluntarios para proceder a ejecutarlo —pronunció, esperando que alguno alzara la mano, pero no lo hicieron—. De momento es más valioso vivo que muerto, así que sigamos con la estrategia de debilitarlo.

—Volviendo al tema de la misión: Fue un golpe de fortuna haberlos eliminado antes de pasar a la siguiente fase. Milo acabó arrasando todo el pueblo donde se refugiaban los traidores, aunque tampoco conozcamos como lo hizo. Su cosmos es inestable, pero no es tan "poderoso" como para provocar semejante destrucción.

—Que lo ocurrido a aquella población no trascienda de esta sala —advertía a sus acólitos—. No podemos permitir que se nos relacione con la muerte de poblaciones civiles.

—Como desee.

— ¿Puede ser reclutado? O ¿Se quedará reducido a una marioneta de nuestros planes?

—Es un puto hipócrita —Máscara no pudo evitar alzar la voz—. Va de justo y noble, pero en el fondo es un perturbado homicida egoísta.

—Cualidades que encajan en nuestro selecto grupo de amistades —Afrodita se pronunció para lanzar ese jocoso comentario, que hizo gracia a todos menos al italiano.

—Exijo que sea desechado, como el resto de indeseables —Su enfado iba en aumento, hasta el punto en el que el patriarca le retiró la palabra y se silenció.

—Esa inestabilidad en su fuerza nos podría perjudicar más que beneficiar —volvía a tomar la palabra el español—. Recomendaría que quedase en el grupo de los posibles candidatos, pues hay que dejar que se estabilice el poder de su cosmos. Mientras eso ocurre, también recomiendo que lo minemos, poco a poco, con pequeños gestos que lo vuelvan contra la diosa y así le será más fácil el tránsito a nuestro lado.

—Me parece muy razonable tu buen juicio, Shura —Su expresión corporal era relajada y satisfactoria. Dejó pasar un tiempo de reflexión para proseguir con la reunión—. Cuando retorne al Santuario: que Milo ocupe su lugar en la Octava Casa del Zodiaco —al dictaminar aquella orden se fijó que Afrodita lo miraba fijo y era evidente que pretendía algo que en principio ignoró—. ¿Qué novedades hay con respecto a nuestro segundo punto del día? —ahora le daba la palabra a Afrodita, que ocupaba la posición central del trío dorado.

Las Crónicas de MiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora