Todos comenzamos a caminar, siguiendo los pasos del instructor mientras la atmósfera de expectación y ansiedad aumenta con cada segundo.
— Bien —dice Keith, siento que al menos puedo respirar—. Para dejar las cosas más claras, la expedición vendría a ser como un "atrapa la bandera".
— ¿Atrapa el qué? —pregunta Jean con evidente confusión en su rostro.
— ¡Atrapa la bandera, bastardo! ¿¡Qué clase de ser humano no juega a eso de niño!? —le responde mientras su dedo índice lo apunta. Luego, pone los ojos en blanco y desliza su mirada por cada uno de nosotros. — En fin... El objetivo de esto es que lleguen a este punto —todos nos acercamos un paso para ver la marca que su mapa tenía—. Allí encontrarán un baúl con provisiones. El equipo que traiga las cosas primero, gana.
— ¿Y qué gana? —pregunta Jean.
Le lanzo una mirada de desaprobación, pero no se compara con el golpe en la nuca que recibe por parte de Shadis.
<<¿Cómo que qué ganamos?>>, pienso. Es una competencia que servía para evaluar nuestras capacidades físicas y mentales, además de si sabemos desenvolvernos bajo presión. ¿Importa realmente si ganamos algo?
— Un equipo irá por la derecha y el otro por la izquierda. El objetivo queda en medio de los dos caminos —dice Shadis, y se detiene para mirarnos con más seriedad. —. Si llegan a ver una bengala de color negra, levanten su culo y vuelvan rápido hasta aquí junto con sus compañeros. Al finalizar, los capitanes deberán hacer un informe detallado de cómo fue todo. Y no intenten mentirme, bastardos —esta vez, mira a Einer—. Ahora sí, buena suerte.
El instructor nos da un mapa a cada uno, el Equipo de Maniobras y seis caballos para adentrarnos en el bosque. Era algo maravilloso: poder vislumbrar el horizonte sin que una Muralla te detenga, sin que te recuerde que no puedes avanzar más allá de allí...
Emprender la expedición provoca en mí una mezcla de emociones: por un lado no puedo evitar sentirme extasiada y contenta por estar fuera de los muros (aunque sólo son cuarenta kilómetros), y por otro lado me siento tan responsable por mi equipo, que cada uno de mis músculos se tensa a tal forma que me duele la cabeza y el estómago.
Salimos por la mañana, el aire es extremadamente húmedo a tal punto que todos tenemos la camisa mojada por el sudor. Por suerte me había atado al cabello y tengo una alforja para guardar la chaqueta.
— Esto apesta —dice Jean, con un humor de mierda.
— Cállate, nadie te preguntó tu opinión —responde Ymir, y por mirarlo se le pegan algunos cabellos a la frente sudorosa.
— Tienen que estar preparados y alertas por si aparece un titán —recuerda Marco.
— O peor, la madre de Jean —se mofa Ymir.
— ¡Ymir! —advierte Christa.
Trato de concentrarme entre medio de todos los gritos y trato de observar el puto mapa de mierda. Erwin me había enseñado a leerlos, así que sólo tengo que recordar cómo y seguir mi instinto de orientación.
— ¿¡Pueden callarse de una puta vez!? —grito enojada. — Estoy tratando de entender esto, ¿vale?
Ymir me saca la lengua y Tris se acerca para intentar ayudarme. Observamos también los alrededor y comparamos la realidad en la que nos encontramos con unos dibujos que ni siquiera se parecen a donde estamos. Cuando siento que estoy a punto de mandar todo a la mierda, Jean me quita el mapa de las manos.
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Las alas de la libertad [1] ✔
Fanfiction❝ 𝓛𝓪𝓼 𝓪𝓵𝓪𝓼 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓵𝓲𝓫𝓮𝓻𝓽𝓪𝓭 ❞ 𝓛𝓲𝓫𝓻𝓸 1 Lyanna Smith siempre ha tenido una vida relativamente fácil desde que apareció en la casa de la hermana del famoso comandante Erwin Smith. Sin embargo, su vida es destruida al igual que la...