Capítulo 18

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  El sol sale y con él, la ansiedad y preocupación de los soldados. Mi tío se muestra con un semblante confiable, de líder, que nos incita a seguirlo hasta las puertas más profundas del infierno.

  Esta vez necesitamos alimento. En otras palabras: la expedición tiene como fin abastecernos y volver a mirar hacia otro lado el egoísmo de los cerdos a los que llamamos monarquía. Somos la mitad de los reclutas que la otra vez y sólo nos dividimos en dos grupos: el de Levi y el de Erwin.

— ¡Avancen, soldados! —grita Erwin.

  Y así lo hacemos durante varias horas. Apenas veo su cabello rubio a lo lejos, es imposible no quitarle la vista de encima después de todas estas semanas.

Pertenezco al grupo de Levi, por alguna razón que no entiendo.

<<Si las cosas se ponen feas, necesito que sigas al capitán Levi y eliminen las amenazas.>> Dijo mi tío.

  Claro. El soldado más fuerte de la humanidad, ¿no? Todavía me causa gracia ese apodo. No porque no lo creyera, si no porque odia cuando lo llamo así. Quizás tenga que ver con la forma en que se lo digo, casi mofándome de él. Aun así, nunca les dice nada a los demás reclutas, aunque supongo que prefiere que crean en algo. Una esperanza crédula en base a un nombre y un par de espadas.

<<Tú confías en ese par de espadas y aquel metro sesenta de fuerza y agilidad.>> No había visto nunca nada igual, pero prefiero verlo como la esperanza de la humanidad. La persona que, junto a mi tío, nos va a dar la libertad.

  Mantengo mi vista hacia delante y me percato que un titán de cinco metros avanza hacia nosotros. Levanto la mano y con entusiasmo, aprieto el gatillo. El capitán Levi me devuelve la mirada y me indica que tengo permiso para avanzar, así que utilizo el Equipo de Maniobras y apunto el pistón hacia los árboles para impulsarme lo suficiente hasta que llego a los hombros del titán. Utilizo más gas y me deslizo por su nuca mientras clavo las cuchillas y me hundo en la adrenalina que recorre mi cuerpo.

  Sonrío y vuelvo al caballo. Después de tanto tiempo me siento satisfecha.

— Utilizaste mucho gas para matar a un titán de cinco metros, mocosa —cuestiona Levi.

Asiento de mala gana y sigo cabalgando. Marco y Annie se mantienen a mi lado, y esta vez soy incapaz de quitarle la vista de encima. Me niego a perder la cordura otra vez. Me niego ante la posibilidad de perder a algunos de ellos.

<<Esta vez seré yo la que domine a los titanes.>>

  Seguimos avanzando hasta cruzar casi por completo el bosque. Cinco bengalas más. Levi se encargaría del más grande y los demás del resto, así que le hago una seña a mis compañeros y comenzamos a deslizarnos entre los árboles para buscar un ángulo favorable.

Ellos avanzan hacia nosotros, y la mirada de mis compañeros se ensombrece. Soy la primera en avanzar, en clavar las espadas en la nuca de otro titán.

<<Uno menos.>>

  Me siento poderosa, invencible... Como si hubiese nacido para esto. Matamos al último de los tres y tengo la ropa empapada por el esfuerzo y el calor que desprenden los titanes, aun así siento que es una pequeña victoria. Y a decir verdad la saboreo durante cada segundo.

Sin embargo, no dura mucho. Un titán de quince metros corre hacia nosotros y el suelo tiembla. Es más veloz que el resto, más terrorífico.

— ¡Tengan cuidado! —grita Levi.

Las alas de la libertad [1] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora